Universidad
Academia Humanismo Cristiano
UAHC
¿Qué es ser antropólogo?: Los “Otros y Nos-“otros”
Ensayo sobre: “El hablador” de Mario Vargas Llosa.
Academia Humanismo Cristiano
UAHC
¿Qué es ser antropólogo?: Los “Otros y Nos-“otros”
Ensayo sobre: “El hablador” de Mario Vargas Llosa.
Graciela González C.
Abril 2008.
“Porque hablar como habla un hablador es haber llegado a sentir y vivir lo más intimo de esa cultura, haber calado en sus entresijos, llegado al tuétano de su historia y su mitología, somatizado sus tabúes, reflejos, apetitos y terrores ancestrales”
El Hablador, Mario Vargas Llosa
Al girar la última página de un libro de Mario Vargas Llosa, quedan sin duda muchas reflexiones por hacer, sobretodo cuando estas son referidas a lo que queremos hacer de nuestras vidas, a donde queremos ir y hasta donde estamos dispuestos a llegar para lograrlo.
¿Que es ser antropólogo?. Todos aquellos que decidimos hacer de esta carrera nuestra profesión, tenemos ideas muy variadas para dar una respuesta. Estas oscilan entre una persona que observa y describe hasta definiciones que llegan a establecer tal vinculo con la cultura investigada que la interviene y actúa como parte de ella, este ultimo caso descrito minuciosamente en el libro “El Hablador” del escritor peruano Mario Vargas Llosa, encarnado en su personaje Saúl Zuratas, “Mascarita”.
Determinar con cierta claridad cual es la vocación de cada uno de nosotros, supone autoanálisis más o menos extensos, que conllevan echar mano a una gran diversidad de elementos, el carácter, los sentimientos, nuestra relación con el entorno sociocultural y una serie de factores que nos dan luces respecto de nuestra preferencia profesional. Como se puede ver no es una fácil decisión, más difícil aun es definir que se quiere llegar hacer un antropólogo.
La antropología desde su origen se pregunta por el tema de la cultura y surge de la experiencia de viajar desde un centro determinado en búsqueda de “otros”, es encontrarse con personas, culturas, civilizaciones distintas e intentar comprenderlas en sus prácticas, valores, creencias y costumbres.
Buscar una razón de la necesidad de viajar y conocer otras realidades puede también generar un amplio abanico de respuestas, entre otras enriquecernos con nuevos conocimientos, conocer nuevas formas de ver la vida, saber de otras cosmovisiones que nos ayuden a explicar la nuestra, en fin, podríamos enumerar un sin numero de razones, cada una tan valedera como la otra. Incluso y adoptando una posición extrema, tal como la expresada en el libro de Vargas Llosa, encontrar aquella cultura en que nos sintamos más plenos y desarrollados, que en aquella de la cual somos originarios.
Uno de los elementos mas relevantes que la antropología debiese desentrañar son los misterios del “otro”, que muchas veces por el desconocimiento histórico produce grandes barreras para las relaciones universales, como lo son el prejuicio y los estereotipos que a la larga producen la xenofobia y el resentimiento.
En el Libro “El Hablador”, el personaje de Vargas Llosa, Mascarita, inicia su viaje como una forma de encontrar aquello maravilloso que no existía en su vida, su contexto familiar y social lo condenaba a una vida, que a su juicio, era oscura y sin mayores pretensiones. El viaje a la amazonia lo lleva a descubrir nuevas formas de ver la vida y a descubrirse de una manera que nunca había experimentado. Finalmente realiza su elección y su destino se transforma en su lugar permanente de residencia.
En cambio el lingüista- narrador- observa a estas culturas como un interesante objeto de investigación, sin otros objetivos que el de convertirlos en un archivo de documentación. Podemos ver en estos dos personajes los extremos de la investigación antropológica, por un lado aquel que se maravilla e incluso renuncia a su cultura original y por el otro aquel que solo desea observar y documentar desde el exterior. En este punto es en el que se vuelve a plantear la pregunta original ¿Qué es ser Antropólogo?
Como se menciona anteriormente, existen diferentes maneras de ver al otro, por una parte está la mirada de aquél que es capaz de maravillarse con otra cultura, que llega a hacerla parte de él. Por otro lado está quien la ve, simplemente, como un “objeto de estudio”, una fuente de información.
El llegar a sentir tal admiración por alguna cultura, sus tradiciones, costumbres y prácticas, hace que sin duda surja necesariamente la intención de comprometerse y trabajar para la preservación de la misma, sin contaminaciones occidentales ni del mundo moderno, “puras y limpias”. Sin embargo, cuando estas comienzan incorporar a su forma de vida elementos de la modernidad, es donde aparecen los grandes cuestionamientos. ¿Qué pasa si realmente dichas culturas desean incorporar estos elementos del mundo moderno?, ¿podemos convencer a estos “otros” de que lo mejor es mantener su cultura como está?, ¿podemos evitar realmente que las culturas vayan transformándose?, son preguntas y más preguntas que posiblemente no podamos responder nosotros mismos, ya que la respuesta esta precisamente en estos “otros”. De esta misma manera está, muchas veces, en las mentes de quienes emprenderán un viaje hacia otra cultura, la idea de intervenirlas, para su “bien” o “mejor desarrollo”, pero ¿Por qué existe la idea de imponer una verdád?, ¿Cómo sabemos realmente que los que nos dice nuestra sociedad, que por lo demás es creada por nosotros mismos, es mejor a otras que aún no conocemos?, ¿Por qué creemos a veces que nuestra sabiduría es mucho la más correcta sin saber nada de aquellas que se han transmitido por largas generaciones? ¿Esto acaso nos hace mejor o más desarrollados que otras culturas?. Estas son las preguntas que a mi juicio debemos y se deben hacer todos aquellos que han decidido hacer de la antropología su vocación. Muchas veces las preocupaciones van justamente por mantener o intervenir una comunidad o cultura distinta a la propia, sin embargo y como ya se menciona anteriormente, las respuestas no están en quienes seremos los “extraños” dentro de los pueblos o comunidades, si no más bien, las respuestas siempre estarán en los “otros” , por lo tanto el llamado de atención es para lograr la suficiente capacidad de captar estas respuestas entregadas por quienes son los verdaderos protagonistas de mantener o intervenir su propia cultura.
En el libro de Vargas LLosa, el autor nos relata como el personaje principal, a raíz de las historias que ha escuchado, busca conocer personalmente a un “hablador”, contadores de historias que deambulan por los caminos y de poblado en poblado narrando y transmitiendo sabiduría popular, cuentos, mitos, entre otros, entreteniendo a todo aquellos que quisieran escuchar la magia de estas narraciones. Los habladores personajes claves dentro de los machiguengas, quienes a través de sus cuentos y leyendas, tratan de que su cultura y sus tradiciones no queden perdidas en el tiempo y en el olvido. Finalmente y a la vuelta de muchos años, casi sin esperanza de finalizar su búsqueda con éxito, descubre que dicha persona de la que escuchó hablar a los esposos Schneil, es nada menos que su viejo y querido amigo Saúl Zuratas, Mascarita, comprendiendo a partir de esto el gran encanto que le producía a su gran amigo estas culturas y el respeto y postura que este mismo tendría frente a estas tribus amazónicas. A partir de esta idea, me surge una pregunta central: ¿Cuándo un antropólogo deja de serlo?. A mi juicio Mascarita de ser un Antropólogo, al convertirse en parte de la tribu de los Machiguenga, ya que paso a formar parte de una cultura distinta a la propia. La cultura amazónica dejó de verlo como un “afuerino”, debido a que una vez que renuncio a su cultura y vocación, se transformó en un contador de mitos e historias de esa tribu.
En mi opinión un profesional Antropólogo, esta en un constante ir y venir entre su cultura y el resto de ellas. Esto no significa necesariamente lapsos de tiempo definidos, más o menos largos, si no el viaje con un constante retorno, lleno de experiencias y conocimientos que afectan su crecimiento y el de la sociedad de origen en la cual se desenvuelve.
Una de las características de la culturas es que son etnocéntricas y muchas de ellas generan barreras que son impermeables a cualquier observador externo. Sin embargo y a pesar de todas ellas, siempre existen elementos integrados de las culturas, sobre todo en aquellos casos en que esas se encuentran ubicadas en espacios físicos cercanos y con características similares. en cuanto a su topografía. Determinar el origen de estos elementos comunes siempre resulta muy confuso y no se puede decir fácilmente en que cultura se originaron
En el libro el autor, nos muestra en un principio dos miradas existentes tan distintas entres sí, de una misma realidad o un mismo mundo, por un lado aquella que respeta y comprender modos de vida tan distintos al propio, y por otra parte aquel que siente que los pueblos indígenas debes evolucionar y desarrollarse de la mano con el país. Sin embargo al transcurrir el tiempo este segundo personaje, viaja a los lugares que su amigo Mascarita, le había comentado tantas veces. De esta manera y al estar allí logra entender a su amigo y su visión. “El viaje me permitió entender mejor el deslumbramiento de Mascarita con esas tierras y esas gentes, adivinar la fuerza del impacto que cambió el rumbo de su vida. Pero, además, me dio experiencias concretas para justificar muchas de las discrepancias que, más por intuición que por conocimiento real del asunto, había tenido con Saúl sobre las culturas amazónicas.” (Pag. 72)
El conocer a “otros” nos permite muchas veces conocernos a nosotros mismos, tiene que ver con identificarnos distintos a los demás, sobretodo cuando estos forman parte de una cultura distinta a la nuestra, esto sin duda nos sirve como un “espejo” una manera de vernos a nosotros mismos y asumir que tan diferente somos de estos “otros”. Esto se produce debido a que al partir tenemos la idea de relacionarnos con personas diferentes, sin embargo al llegar al lugar de destino, los diferentes somos nosotros.
El viaje a otras culturas también implica la sorpresa, lo exótico y lo maravilloso, esto es justamente el preciado regalo que traeremos de vuelta para nosotros mismos y para todos aquellos que lo quieran recibir, quien viaja, entendiendo de fondo que significa viajar, siempre llegará con algo nuevo en él, con algo que contar y transmitir a los demás.
BIBLIOGRAFÍA
Vargas Llosa, Mario, “El Hablador”.
1987: Editorial Seis Barral, S.A.
Córcega, 270 – Barcelona.
Abril 2008.
“Porque hablar como habla un hablador es haber llegado a sentir y vivir lo más intimo de esa cultura, haber calado en sus entresijos, llegado al tuétano de su historia y su mitología, somatizado sus tabúes, reflejos, apetitos y terrores ancestrales”
El Hablador, Mario Vargas Llosa
Al girar la última página de un libro de Mario Vargas Llosa, quedan sin duda muchas reflexiones por hacer, sobretodo cuando estas son referidas a lo que queremos hacer de nuestras vidas, a donde queremos ir y hasta donde estamos dispuestos a llegar para lograrlo.
¿Que es ser antropólogo?. Todos aquellos que decidimos hacer de esta carrera nuestra profesión, tenemos ideas muy variadas para dar una respuesta. Estas oscilan entre una persona que observa y describe hasta definiciones que llegan a establecer tal vinculo con la cultura investigada que la interviene y actúa como parte de ella, este ultimo caso descrito minuciosamente en el libro “El Hablador” del escritor peruano Mario Vargas Llosa, encarnado en su personaje Saúl Zuratas, “Mascarita”.
Determinar con cierta claridad cual es la vocación de cada uno de nosotros, supone autoanálisis más o menos extensos, que conllevan echar mano a una gran diversidad de elementos, el carácter, los sentimientos, nuestra relación con el entorno sociocultural y una serie de factores que nos dan luces respecto de nuestra preferencia profesional. Como se puede ver no es una fácil decisión, más difícil aun es definir que se quiere llegar hacer un antropólogo.
La antropología desde su origen se pregunta por el tema de la cultura y surge de la experiencia de viajar desde un centro determinado en búsqueda de “otros”, es encontrarse con personas, culturas, civilizaciones distintas e intentar comprenderlas en sus prácticas, valores, creencias y costumbres.
Buscar una razón de la necesidad de viajar y conocer otras realidades puede también generar un amplio abanico de respuestas, entre otras enriquecernos con nuevos conocimientos, conocer nuevas formas de ver la vida, saber de otras cosmovisiones que nos ayuden a explicar la nuestra, en fin, podríamos enumerar un sin numero de razones, cada una tan valedera como la otra. Incluso y adoptando una posición extrema, tal como la expresada en el libro de Vargas Llosa, encontrar aquella cultura en que nos sintamos más plenos y desarrollados, que en aquella de la cual somos originarios.
Uno de los elementos mas relevantes que la antropología debiese desentrañar son los misterios del “otro”, que muchas veces por el desconocimiento histórico produce grandes barreras para las relaciones universales, como lo son el prejuicio y los estereotipos que a la larga producen la xenofobia y el resentimiento.
En el Libro “El Hablador”, el personaje de Vargas Llosa, Mascarita, inicia su viaje como una forma de encontrar aquello maravilloso que no existía en su vida, su contexto familiar y social lo condenaba a una vida, que a su juicio, era oscura y sin mayores pretensiones. El viaje a la amazonia lo lleva a descubrir nuevas formas de ver la vida y a descubrirse de una manera que nunca había experimentado. Finalmente realiza su elección y su destino se transforma en su lugar permanente de residencia.
En cambio el lingüista- narrador- observa a estas culturas como un interesante objeto de investigación, sin otros objetivos que el de convertirlos en un archivo de documentación. Podemos ver en estos dos personajes los extremos de la investigación antropológica, por un lado aquel que se maravilla e incluso renuncia a su cultura original y por el otro aquel que solo desea observar y documentar desde el exterior. En este punto es en el que se vuelve a plantear la pregunta original ¿Qué es ser Antropólogo?
Como se menciona anteriormente, existen diferentes maneras de ver al otro, por una parte está la mirada de aquél que es capaz de maravillarse con otra cultura, que llega a hacerla parte de él. Por otro lado está quien la ve, simplemente, como un “objeto de estudio”, una fuente de información.
El llegar a sentir tal admiración por alguna cultura, sus tradiciones, costumbres y prácticas, hace que sin duda surja necesariamente la intención de comprometerse y trabajar para la preservación de la misma, sin contaminaciones occidentales ni del mundo moderno, “puras y limpias”. Sin embargo, cuando estas comienzan incorporar a su forma de vida elementos de la modernidad, es donde aparecen los grandes cuestionamientos. ¿Qué pasa si realmente dichas culturas desean incorporar estos elementos del mundo moderno?, ¿podemos convencer a estos “otros” de que lo mejor es mantener su cultura como está?, ¿podemos evitar realmente que las culturas vayan transformándose?, son preguntas y más preguntas que posiblemente no podamos responder nosotros mismos, ya que la respuesta esta precisamente en estos “otros”. De esta misma manera está, muchas veces, en las mentes de quienes emprenderán un viaje hacia otra cultura, la idea de intervenirlas, para su “bien” o “mejor desarrollo”, pero ¿Por qué existe la idea de imponer una verdád?, ¿Cómo sabemos realmente que los que nos dice nuestra sociedad, que por lo demás es creada por nosotros mismos, es mejor a otras que aún no conocemos?, ¿Por qué creemos a veces que nuestra sabiduría es mucho la más correcta sin saber nada de aquellas que se han transmitido por largas generaciones? ¿Esto acaso nos hace mejor o más desarrollados que otras culturas?. Estas son las preguntas que a mi juicio debemos y se deben hacer todos aquellos que han decidido hacer de la antropología su vocación. Muchas veces las preocupaciones van justamente por mantener o intervenir una comunidad o cultura distinta a la propia, sin embargo y como ya se menciona anteriormente, las respuestas no están en quienes seremos los “extraños” dentro de los pueblos o comunidades, si no más bien, las respuestas siempre estarán en los “otros” , por lo tanto el llamado de atención es para lograr la suficiente capacidad de captar estas respuestas entregadas por quienes son los verdaderos protagonistas de mantener o intervenir su propia cultura.
En el libro de Vargas LLosa, el autor nos relata como el personaje principal, a raíz de las historias que ha escuchado, busca conocer personalmente a un “hablador”, contadores de historias que deambulan por los caminos y de poblado en poblado narrando y transmitiendo sabiduría popular, cuentos, mitos, entre otros, entreteniendo a todo aquellos que quisieran escuchar la magia de estas narraciones. Los habladores personajes claves dentro de los machiguengas, quienes a través de sus cuentos y leyendas, tratan de que su cultura y sus tradiciones no queden perdidas en el tiempo y en el olvido. Finalmente y a la vuelta de muchos años, casi sin esperanza de finalizar su búsqueda con éxito, descubre que dicha persona de la que escuchó hablar a los esposos Schneil, es nada menos que su viejo y querido amigo Saúl Zuratas, Mascarita, comprendiendo a partir de esto el gran encanto que le producía a su gran amigo estas culturas y el respeto y postura que este mismo tendría frente a estas tribus amazónicas. A partir de esta idea, me surge una pregunta central: ¿Cuándo un antropólogo deja de serlo?. A mi juicio Mascarita de ser un Antropólogo, al convertirse en parte de la tribu de los Machiguenga, ya que paso a formar parte de una cultura distinta a la propia. La cultura amazónica dejó de verlo como un “afuerino”, debido a que una vez que renuncio a su cultura y vocación, se transformó en un contador de mitos e historias de esa tribu.
En mi opinión un profesional Antropólogo, esta en un constante ir y venir entre su cultura y el resto de ellas. Esto no significa necesariamente lapsos de tiempo definidos, más o menos largos, si no el viaje con un constante retorno, lleno de experiencias y conocimientos que afectan su crecimiento y el de la sociedad de origen en la cual se desenvuelve.
Una de las características de la culturas es que son etnocéntricas y muchas de ellas generan barreras que son impermeables a cualquier observador externo. Sin embargo y a pesar de todas ellas, siempre existen elementos integrados de las culturas, sobre todo en aquellos casos en que esas se encuentran ubicadas en espacios físicos cercanos y con características similares. en cuanto a su topografía. Determinar el origen de estos elementos comunes siempre resulta muy confuso y no se puede decir fácilmente en que cultura se originaron
En el libro el autor, nos muestra en un principio dos miradas existentes tan distintas entres sí, de una misma realidad o un mismo mundo, por un lado aquella que respeta y comprender modos de vida tan distintos al propio, y por otra parte aquel que siente que los pueblos indígenas debes evolucionar y desarrollarse de la mano con el país. Sin embargo al transcurrir el tiempo este segundo personaje, viaja a los lugares que su amigo Mascarita, le había comentado tantas veces. De esta manera y al estar allí logra entender a su amigo y su visión. “El viaje me permitió entender mejor el deslumbramiento de Mascarita con esas tierras y esas gentes, adivinar la fuerza del impacto que cambió el rumbo de su vida. Pero, además, me dio experiencias concretas para justificar muchas de las discrepancias que, más por intuición que por conocimiento real del asunto, había tenido con Saúl sobre las culturas amazónicas.” (Pag. 72)
El conocer a “otros” nos permite muchas veces conocernos a nosotros mismos, tiene que ver con identificarnos distintos a los demás, sobretodo cuando estos forman parte de una cultura distinta a la nuestra, esto sin duda nos sirve como un “espejo” una manera de vernos a nosotros mismos y asumir que tan diferente somos de estos “otros”. Esto se produce debido a que al partir tenemos la idea de relacionarnos con personas diferentes, sin embargo al llegar al lugar de destino, los diferentes somos nosotros.
El viaje a otras culturas también implica la sorpresa, lo exótico y lo maravilloso, esto es justamente el preciado regalo que traeremos de vuelta para nosotros mismos y para todos aquellos que lo quieran recibir, quien viaja, entendiendo de fondo que significa viajar, siempre llegará con algo nuevo en él, con algo que contar y transmitir a los demás.
BIBLIOGRAFÍA
Vargas Llosa, Mario, “El Hablador”.
1987: Editorial Seis Barral, S.A.
Córcega, 270 – Barcelona.
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