domingo, 21 de octubre de 2007













Los jóvenes de siempre
(Reflexión libre)

Graciela González Corei
Egresada de Antropología Sociocultural
Universidad Arturo Prat-Iquique
Junio 2004

¿Quiénes son jóvenes?, ¿qué edad deben tener para ser clasificados como tales?. Preguntas y más preguntas, eso son los jóvenes, preguntas y más preguntas. Todo el mundo se pregunta y les pregunta. Las respuestas están todas y ninguna.

Comencemos por clasificarlos arbitrariamente sin apegarnos a ningún método, sólo por el simple criterio, deberían estar comprendidos entre los 16 y los 28 años, aproximadamente. Desde los 15 comienzan a practicar, más frecuentemente, conductas más adultas que infantiles y desde los 28 en adelante ya tienen medianamente estructurada cierta visión de vida, pareja, trabajo, estudios, etc. salvo, por supuesto, las siempre honrosas y necesarias excepciones, que nos demuestran que la juventud se lleva en el alma y no en el carnet.

Una vez definido este grupo hetareo podemos abocarnos a desenmarañar su delicada trama de creencias, tendencias y patrones socioculturales.

El joven es por esencia inconformista, el mundo en que vive no es el que quiere, sea pobre, rico, inteligente o no. Es como un pantalón que te queda bien de cintura y corto de piernas o viceversa, o sea abriga y es medianamente cómodo, pero algo no está bien. Para eso siempre han existido los jóvenes para cuestionar, para pensar y en mayor medida para rebelarse. El joven que se cuestiona y asume formas rebeldes no tiene ningún problema, el que no lo hace me preocupa. La mente del joven es un espacio libre y amplio, sucede de todo y a mil kilómetros por hora, crea, vive, piensa y concluye, a veces de las formas más diversas, su lógica es diametralmente distinta a la generación anterior, por más cercana que esta se encuentre. Sus valores son otros, ni mejores ni peores (nadie se debería atrever, por sentido común, a enjuiciar valores), sólo distintos y estos serán los que en un futuro muy cercano construirán la nueva realidad. Cuando los políticos tildan a las nuevas generaciones de no comprometidas, lo hacen desde el balcón de la antigüedad, los jóvenes si son comprometidos, se que lo son porque en concierto de Black Metal bailan y se mueven al ritmo de la música, porque pagan la entrada y porque aplauden a sus músicos, si eso no es compromiso con su arte, entonces qué es.

Claro que socialmente es más aceptado aquel que “discursea” en el mismo modo antiguo de siempre, pero ese joven, sólo de edad ¿qué aporta?, a mi juicio nada, es un reproductor de viejos patrones. Los verdaderos jóvenes son los que revolucionan y se enfrentan, qué saben que una campaña de “caridad” para los más pobres no es ningún orgullo para un país, saben que es una vergüenza porque eso debería ser una obligación que debería sentir toda la nación para con los más necesitados. Los que quieren esos cambios son los jóvenes, los que no quieren que la televisión se llene de “modelos” a imitar sino que cada uno quiere ser el modelo de si mismo.

Para encontrar jóvenes de verdad no vayamos donde, según el marketing están, vamos a los escondites, donde se escucha otra música, donde no se habla del mercado, donde no está el gobierno ni la policía, donde no está el poder. Ahí encontraremos el futuro, el pensamiento, las nuevas formas de convivencia, las nuevas relaciones, ¿quieres descubrir el futuro?, Ve allí y pregunta y vive su realidad. Si te asusta te volviste viejo, si te estimula y te cuestiona y quieres entenderlos todavía eres joven.

Las tribus como signo inequívoco de nuestra época nacieron y están desde siempre, lo que sucede es que estaban latentes en algún rincón del tiempo. Quisieron explotar en algunos momentos, la Revolución Francesa, la Bolchevique, los republicanos en España, los movimientos ultraizquierdistas en Chile, los Hippies en EEUU, los estudiantes franceses en Mayo del ’68. Muchos podrán decir que esto es una soberana y gran estupidez, pero que me importa si yo me siento joven y digo lo que me da en gana. Así es el joven de la tribu urbana, fuera de toda clasificación, cada uno es un mundo en su individualidad, transgresor, transformador, que marca una tendencia y que debería proponer un camino.

En este último punto es donde las tribus chilenas flaquean un poco, en la originalidad. Teniendo este país una historia tan rica y con tantas cosas por hacer, las tribus son muy similares y casi copiadas a las del resto del mundo. Tienen sus códigos y demuestran su habitual rebeldía, pero no proponen. El país necesita y espera su cuestionamiento, sólo ello hará del país que viene algo mejor, sin su crítica clara y fuerte, nada cambiará. Deben encontrar su camino de participación, un candidato Punk, ¿por qué no?, ¿un alcalde de menos de 25 años?, todo es posible. Si algo pueden los jóvenes es soñar, los viejos fueron despojados de los sueños y sólo les queda marcar el paso (casi militar), hacia su fin.

Las tribus urbanas son un reflejo de lo que sucede en todo el mundo los nacionalismos cada vez se hacen más marcados, las tribus en general reverdecen, todos quieren su autonomía. Da la impresión que el “ganado” se canso de ser parte de la misma manada y cada uno busca su camino. Sin embargo también en cada tribu que aparece demuestran, mas que ambición, decepción y lo que es peor sin proposición. Las tribus deberían ser camino de reflexión y encuentro, pero son más encuentro y enclaustramiento. Perece ser, creo yo, que sólo son una imagen del sistema que se mira a si mismo, la violencia Punk, la potencia imprimiendo su hegemonía, el Black Metal, el mercado de las armas y el hambre, los surfers (si es que son considerados tribu) la conformidad con el sistema y el aprovechamiento de las clases trabajadoras, los Skaters, paso por el mundo, veo y no dejo nada, sólo una huella sin surco.

Las tribus urbanas que quieren y que consiguen, en unos diez años sabremos de su paso y que nos dejaron. En Europa en donde los Punks aparecieron a fines de los setentas, sólo dejaron los peinados, trágico fin para un movimiento tan potente y rupturista. En cambio los hippies dejaron su estela alrededor del mundo, si no fuese por ellos, todos habríamos aceptado que el “Postinor 2” es una píldora abortiva y no habría discusión, sin embargo, veo en un canal de televisión en el noticiero de la medianoche al doctor Zegers, criado a las luz del hippismo norteamericano, desarmar con conocimiento, cualquier argumento en ese sentido, con pruebas científicas y validadas por todo el mundo. Eso es lo que quiero de las tribus, argumentos y transformación, los reto a mostrarme que estoy mal y que ellos son los llamados a mostrarnos el camino, si así no fuese, dense por muertos, viejos y absorbidos.

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