jueves, 10 de diciembre de 2020
CLAUSTRO, VIDEO ENSAYO, texto y realización Felipe Torres González
http://revistaoropel.cl/index.php/2020/12/08/claustro-el-sueno-de-la-razon-produce-monstruos/?fbclid=IwAR1Noh3yTT65HtY8g7eanRIeYL9DmtL7Oiz2tRVNILmo-K_BUDDlz-iJmfI
viernes, 8 de mayo de 2020
lunes, 6 de abril de 2009
"LA HISTORIA AL REVÉS"
Universidad
Academia Humanismo Cristiano
UAHC
“La historia al revés”
Ensayo sobre "Los Vencidos" de Nathal Wachtel
Graciela González Corei
Abril 2008.
“La historiografía occidental ha instaurado hace mucho tiempo a Europa como centro de referencia respecto del cual se ordenaba la historia de la humanidad. De acuerdo con una representación simple y unilateral de devenir, todas las sociedades debían pasar por las mismas etapas en el camino del progreso y la civilización, cuyo modelo más acabado lo encontraba Europa en dicha trayectoria, las sociedades no europeas se situaban detrás, como ejemplos de estados de civilización inferior: se trataba de una ideología justificativa de la expansión mundial del occidente y de su hegemonía.”
“Los vencidos”: Natham Wachtel.
Al leer este fragmento del texto de Wachtel, de su libro “Los Vencidos” y al realizar un recorrido por los episodios históricos contados en diversos textos, se puede advertir que la historia a puesto generalmente en el centro de sus relatos a Europa.
Si quisiésemos realizar un análisis histórico de la historia en Oriente y especialmente de América después de la llegada de los españoles, el contar solo con nuestro aprendizaje adquirido en nuestros años de enseñanza obligatoria nos resultaría muy dificultoso ya que en general caso los textos utilizados en ese periodo de aprendizaje abarca etapas de la historia universales tales como antigüedad clásica, edad media (Europa), donde se acentúan las bases de lo que será la iglesia, historia moderna y la historia contemporánea.
Si bien es cierto existen relatos de esta historia, pero hay que considerar que estos son siempre relatos contados desde un enfoque español, ya que corresponden a crónicas, cartas u otros documentos producidos por quienes llegan a colonizar, respondiendo estas a descripciones geográficas, sobre el indígena, las luchas, los procesos de dominación, los sistemas de encomiendas entre otros. Nelson Martínez B. propone reflexionar sobre cual es el proceso de las crónicas y menciona que hay que entenderlas como una unidad provista de significados, pero que está condicionada por el discurso de la época.
Existe una historia occidentalizada, eurocéntrica, una constante en la historia que ha ido dejando siempre a Europa como el eje de la historia.
Para Wachtel por ejemplo, con el descubrimiento de América nace una América para los Europeos, sin embargo América ya estaba antes de la llegada de los españoles, sus pueblos tenían una historia propia. Sin ir más lejos las nominaciones que se han atribuido a este proceso son sumamente occidentales, como los conceptos de “Descubrimiento” y “Conquista”, estos son términos que se pueden cuestionar y me parece relevante hacer mención sobre como se ha utilizado el concepto de conquista, una opción, por ejemplo, es que el diccionario de términos claves históricos, considere y defina la término “Conquista” como lo que ha sido hasta ahora, una ocupación e imposición de términos en territorios no propios por medio de la fuerza.
Wachtel, plantea a mirar o buscar que es lo que pasa con los indígenas desde la llegada de los españoles, conocer la historia de los vencidos, ya que la mirada del “Indio”, no está presente en la historia, está se ha silenciado. Por esto propone desde el momento del contacto de españoles e indígenas, hacer “una historia al revés”, es decir, una especie de invitación a pasar al “Otro lado del espejo”, a cambiar le punto de atención, una mirada que no sea desde la perspectiva occidental.
Esto último es una de las pretensiones de la Etnohistoria, estudiar la evolución de las sociedades que no ha sido “centro”, sino que esas sociedades marginales. En la etnohistoria confluyen dos disciplinas, la antropología y la historia, esta última trabaja principalmente con la evolución en el tiempo de las sociedades a través registros, escritos, documentos, fuentes, por tanto la historia es diacrónica, estudia la evolución de una sociedad en el tiempo. Pero si bien es cierto esta ha sido el soporte de la historia, ¿Qué pasa con las sociedades que no dejaron escritura, esas sociedades o pueblos conocidos como pueblos ágrafos?, estos pueblos sin escritura, pasarán a otra disciplina o sea a otro campo de investigación, esta será la antropología, siendo esta una ciencia que estudia la diversidad en el espacio, (sincronía- sincrónica). Esta área de las ciencias sociales trabajará con los sobrevivientes de las culturas a través de trabajos de campos, observación participante. A través del trabajo en terreno estudiará las características de una determinada sociedad, observa, describe y puede compararla con otra, sin embargo la reconstrucción hacia atrás de estas sociedades será su falencia, ya que trabaja principalmente con la diversidad en el espacio, en un momento y tiempo determinado.
La oposición planteada entre diacronía v/s sincronía, no es tal, ya que la historia también se preocupa de la diversidad y de otros aspectos, esto es lo que aproxima a la historia a la antropología. La antropología por su parte reconoce y sabe que la historia existe, si bien es cierto los puntos de atención de ambas disciplinas están en momentos distintos, pero sin duda el objeto de estudio es igual. “La oposición entre las dos disciplinas nos e reduce, como a menudo se cree, a la de sincronía y la diacronía, a la de la estructura y la praxis, a la de lo formal y lo concreto; estas dualidades definen problemas internos tanto de la historia como la etnología”.[1] Wachtel menciona que en el fondo, diacronía, proceso, método, sincronía, están puestas en ambas disciplinas. De estas dos áreas de las ciencias sociales se afirma la etnohistoria, para rescatar desde lo “indio” y reconstruir, lo importante es según Wachtel, seguir la línea de aquellos que fueron vencidos o derrotados.
Los materiales o elementos que ayudan a reconstruir una época, las crónicas o las que Wachtel llama “fuentes clásicas”, “El recurso de estos documentos exigen de nuestra parte una extrema prudencia; en efecto, Hernán Córtes o Bernal Días del Castillo (para México), Francisco Pizarro, M. de Estete o F. de Jerez (para Perú), se contentan con describir la Conquista desde el punto de vista español, de manera que sus textos, desde nuestra perspectiva, sólo nos interesan en la medida en que permitan precisar las informaciones de los cronistas indígenas.” [2] Si bien es cierto estas son descripciones de lo ocurrido en una época y espacio determinado, no hay que olvidar que estas hay que estas están marcadas de intensiones, son reproducciones europeas, por lo tanto, obedecen a la realidad del español. Las crónicas son construcciones discursivas, por lo tanto hay que superar la visión que estas son foto o reflejo de la época, ya que estas están condicionadas. José Luis Martinez hace mención a que las crónicas se deben entender como un velo que hay que correr para sacar la información del pasado.
Wachtel propone incorporar un segundo tipo de fuente, las que el denomina como “Auténticamente indígenas”, “Existen fuentes auténticamente indígenas. Antes de la llegada de los españoles, los indígenas tenían ya costumbres de perpetuar el recuerdo de los principales acontecimientos de su historia. En Perú, donde los incas ignoraban la escritura, se trataba de una tradición oral; pero en México, los aztecas y los mayas escribían en caracteres ideográficos crónicas que conservaban en verdaderas bibliotecas.”[3]. Estas fuentes, corresponden a descripciones indígenas, historias contadas por los indios. Si bien es cierto, existían sociedades definidas como Agráfas, pero los protagonistas de estas interpretaron sus vivencias y experiencias. Estas fuentes pasaron por la interpretación de quienes escucharos las historias y aunque estén mediadas por la pluma de quien las escribió, provienen del mundo indígena. Si bien es cierto, estas fuentes son de suma importancia a la hora de reconstruir la historia, hay que entender también que estas tiene un doble velo de la realidad indígena, el primero es el paso de la realidad relatada por el indígena que es pasado a la escritura por otra persona y el segundo velo es la traducción de estos relatos al español, ya que originalmente se escribía en lengua del indígena y luego era traducida al castellano.
La otra categoría de fuentes que Wachtel menciona son los referidos a los archivos de administración española, como el cobro de tributo, censos de población, documentos sobre evangelización, entre otros, estos documentos pueden llegar a ser en ocasiones más objetivos que las mismas crónicas, ya que al ser documentos administrativos, sus cargas de intenciones pueden ser las menos, Jhon Murra, propone ir y considerar justamente estas fuentes de información.
Los documentos escritos son fuentes de información, en las que se pueden escuchar la voz de los indígenas. Pero, ¿Cómo se puede hacer o reconstruir una historia de los pueblos que no dejaron registro escrito? Las sociedades sin escritura han privilegiado la comunicación oral, ahora bien, ¿pueden estos considerarse documentos? Los documentos que surgen de la comunicación de los hombres entre si, pueden ser de variadas formas, pero la mantención de estas en el tiempo es determinante a la hora de clasificarla bajo el carácter de documento. Por lo tanto potencialmente no toda comunicación humana es considerada documento.
Para Jacques le Golf, la historia se aplica a dos tipos de materiales: los documentos y los monumentos. El primero surge por elección del historiador, habitualmente es el texto escrito, son un tipo de testimonio, se presenta como una prueba histórica, “Se afirma esencialmente como un testimonio escrito”[4]. El monumento por su parte hace recordar, está cargado de intención, se constituye en testimonio de tiempo pasado, las culturas dejan monumentos, son los testimonios del pasado, son huellas, “Es todo lo que hacer volver al pasado, perpetuar el recuerdo” [5]. En principio existe una división entre documento y monumento, durante el siglo XIX, existe una especie de triunfo del documento sobre el monumento, existe una corriente historiográfica donde se sobrevalora el documento como fuente de información. Fustel de Coulanges menciona que el mejor historiador es aquel que se apega más el texto original, aquel no interviene en nada el documento. “El mejor historiador es aquel que se mantiene más próximo posible al texto”[6]. Esto es parte de la escuela positivista de la historia, donde no cabe la interpretación, donde lo que dice el texto es lo válido, donde se deja que el texto hablo por sí solo. Si se hace una comparación de la historia tradicional, es justamente esto lo que en los libros de historia se encuentra, tienen que ver con esta práctica historiográfica, dejando que los documentos hablen por si mismos, solo describiendo, sin ir más lejos, durante el siglo XIX, el primero en tener una historia general de Chile, es Barros Arana, quien en esta solo describe hechos e intercala una serie de citas que en general es como describen y definen a los indígenas.
Al apegarse de esta manera al documento sin duda se comienzan a generar distorsiones o ciertas conciencias de los mundos indígenas, ya que no existe la interpretación.
Durante la década de los sesenta, se comienza a tener otra mirada, se crea una escuela con la idea de entender que es un documento. Los fundadores de la revista “Annales d´ histoire économique et sociale”, insistirán en ampliar mucho más está visión de documento que se ha venido privilegiando hasta el momento. “La historia se hace con documentos escritos, por cierto. Cuando existen. Pero se la puede hacer, se la debe hacer sin documentos escritos, si no existen”[7]. Esto quiere decir que con todo lo perteneciente al hombre se puede hacer historia. Se puede reconstruir la historia de los pueblos que no la tienen, a través de todo aquello que es manifestación humana. Por lo tanto el contenido del documento no es necesariamente un texto, o un testimonio escrito, sino más bien todo aquello que es producción del hombre, los registros que pueden ser considerados a la hora de hacer o de reconstruir la historia son muchas más elementos, los sentimiento de los hombres, la historia de los sujetos. Esta sería la gran revolución documental de la que nos habla Jacques le Golf, esta revolución que será un golpe a la cátedra, donde habrá un cambio cualitativo y cuantitativa, donde se considerarán las historias no contadas, esas que han quedado subsumidas, no solo esas historias de los grandes hombres, no solo la historia política, militar, de elite o diplomáticas. Jacques Le Golf, menciona que “La revolución documental tiende también a promover una nueva unidad de información: en el lugar del hecho que conduce al acontecimiento y a una historia lineal, a una memoria progresiva, privilegia el dato, que lleva a la serie y a una historia discontinua”.
Es importante considerar que hay una serie de saberes que van corriendo paralelamente con la historia y que la historiografía no rescata, esto permite conocer otro tipo de vida, permite rescatar la historia de ciertos sectores que no han sido considerados en la historia tradicional, como lo son por ejemplo los sectores populares, las mujeres, los jóvenes, entre otros, existen pocos relatos históricos de algunos de estos temas en la historia de la aristocracia por ejemplo o de las elites, nos preguntamos, ¿Dónde están presente las mujeres o los jóvenes en estas historias contadas?, ¿Qué pasaba con los sectores populares cuando se está contando la historia de un acontecimiento importante?, es necesario hacer protagonistas a otros sectores, existen tantas historias escondidas que vale la pena rescatar y contarlas.
Se hace necesario, a mi juicio, entender el documento como algo mucho más amplio, no solo como un texto escrito, existen otras producciones humanas que pueden ser consideraras para reconstruir una historia, por ejemplo, las ropas, las artes, muebles, ¿Por qué no ir a las expresiones artísticas como el teatro, dibujos, música, cantos?, todo aquello que ha sido representación humana, puede ser un documento interesante para hacer historia.
En este caso, donde el documento cumple con una definición más amplia, se puede entender que este también tiene una connotación de monumento, este monumento que sirve, como se menciona anteriormente, para recordar ya que las culturas dejan sus monumentos como huellas en el tiempo.
BIBLIOGRAFIA
Le Golff, Jacques.
El orden de la memoria. El tiempo como imaginario. Segunda parte capítulo I (pp.131-183)
Martínez B., Nelson.
Las crónicas hispanas y las voces del otro. En Martínez C., José Luis “Los Discursos sobre los otros”. (pp. 25-61)
Martínez C., José Luis.
Documentos y Discursos. Una Reflexión desde la Etnohistoria. En Martínez S., José Luis “Los Discursos sobre los otros” (pp.127-158)
Thurner, Mark.
Después de la Etnohistoria: eencuentros y encuentros entre discurso antropológicos e históricos.
Wachtel, Nathan.
Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española (1530-1570), Introducción (pp.23-34)
Apuntes tomados en clases.
[1] Wachtel, Nathan, “Los Vencidos”, (pag-25-26)
[2] Wachtel, Nathan, “Los Vencidos” (pag, 32)
[3] Wachtel, Nathan, “Los Vencidos” (pag, 28)
[4] Jacques Le Golf “El Orden de la Memoria”; El Tiempo como imaginario (pag228)
[5] Jacques Le Golf “El Orden de la Memoria”: El Tiempo como imaginario (pag227)
[6] Jacques Le Golf “El Orden de la Memoria”; El Tiempo como imaginario (pag228)
[7] Jacques Le Golf “El Orden de la Memoria”; El Tiempo como imaginario (pag231)
Academia Humanismo Cristiano
UAHC
“La historia al revés”
Ensayo sobre "Los Vencidos" de Nathal Wachtel
Graciela González Corei
Abril 2008.
“La historiografía occidental ha instaurado hace mucho tiempo a Europa como centro de referencia respecto del cual se ordenaba la historia de la humanidad. De acuerdo con una representación simple y unilateral de devenir, todas las sociedades debían pasar por las mismas etapas en el camino del progreso y la civilización, cuyo modelo más acabado lo encontraba Europa en dicha trayectoria, las sociedades no europeas se situaban detrás, como ejemplos de estados de civilización inferior: se trataba de una ideología justificativa de la expansión mundial del occidente y de su hegemonía.”
“Los vencidos”: Natham Wachtel.
Al leer este fragmento del texto de Wachtel, de su libro “Los Vencidos” y al realizar un recorrido por los episodios históricos contados en diversos textos, se puede advertir que la historia a puesto generalmente en el centro de sus relatos a Europa.
Si quisiésemos realizar un análisis histórico de la historia en Oriente y especialmente de América después de la llegada de los españoles, el contar solo con nuestro aprendizaje adquirido en nuestros años de enseñanza obligatoria nos resultaría muy dificultoso ya que en general caso los textos utilizados en ese periodo de aprendizaje abarca etapas de la historia universales tales como antigüedad clásica, edad media (Europa), donde se acentúan las bases de lo que será la iglesia, historia moderna y la historia contemporánea.
Si bien es cierto existen relatos de esta historia, pero hay que considerar que estos son siempre relatos contados desde un enfoque español, ya que corresponden a crónicas, cartas u otros documentos producidos por quienes llegan a colonizar, respondiendo estas a descripciones geográficas, sobre el indígena, las luchas, los procesos de dominación, los sistemas de encomiendas entre otros. Nelson Martínez B. propone reflexionar sobre cual es el proceso de las crónicas y menciona que hay que entenderlas como una unidad provista de significados, pero que está condicionada por el discurso de la época.
Existe una historia occidentalizada, eurocéntrica, una constante en la historia que ha ido dejando siempre a Europa como el eje de la historia.
Para Wachtel por ejemplo, con el descubrimiento de América nace una América para los Europeos, sin embargo América ya estaba antes de la llegada de los españoles, sus pueblos tenían una historia propia. Sin ir más lejos las nominaciones que se han atribuido a este proceso son sumamente occidentales, como los conceptos de “Descubrimiento” y “Conquista”, estos son términos que se pueden cuestionar y me parece relevante hacer mención sobre como se ha utilizado el concepto de conquista, una opción, por ejemplo, es que el diccionario de términos claves históricos, considere y defina la término “Conquista” como lo que ha sido hasta ahora, una ocupación e imposición de términos en territorios no propios por medio de la fuerza.
Wachtel, plantea a mirar o buscar que es lo que pasa con los indígenas desde la llegada de los españoles, conocer la historia de los vencidos, ya que la mirada del “Indio”, no está presente en la historia, está se ha silenciado. Por esto propone desde el momento del contacto de españoles e indígenas, hacer “una historia al revés”, es decir, una especie de invitación a pasar al “Otro lado del espejo”, a cambiar le punto de atención, una mirada que no sea desde la perspectiva occidental.
Esto último es una de las pretensiones de la Etnohistoria, estudiar la evolución de las sociedades que no ha sido “centro”, sino que esas sociedades marginales. En la etnohistoria confluyen dos disciplinas, la antropología y la historia, esta última trabaja principalmente con la evolución en el tiempo de las sociedades a través registros, escritos, documentos, fuentes, por tanto la historia es diacrónica, estudia la evolución de una sociedad en el tiempo. Pero si bien es cierto esta ha sido el soporte de la historia, ¿Qué pasa con las sociedades que no dejaron escritura, esas sociedades o pueblos conocidos como pueblos ágrafos?, estos pueblos sin escritura, pasarán a otra disciplina o sea a otro campo de investigación, esta será la antropología, siendo esta una ciencia que estudia la diversidad en el espacio, (sincronía- sincrónica). Esta área de las ciencias sociales trabajará con los sobrevivientes de las culturas a través de trabajos de campos, observación participante. A través del trabajo en terreno estudiará las características de una determinada sociedad, observa, describe y puede compararla con otra, sin embargo la reconstrucción hacia atrás de estas sociedades será su falencia, ya que trabaja principalmente con la diversidad en el espacio, en un momento y tiempo determinado.
La oposición planteada entre diacronía v/s sincronía, no es tal, ya que la historia también se preocupa de la diversidad y de otros aspectos, esto es lo que aproxima a la historia a la antropología. La antropología por su parte reconoce y sabe que la historia existe, si bien es cierto los puntos de atención de ambas disciplinas están en momentos distintos, pero sin duda el objeto de estudio es igual. “La oposición entre las dos disciplinas nos e reduce, como a menudo se cree, a la de sincronía y la diacronía, a la de la estructura y la praxis, a la de lo formal y lo concreto; estas dualidades definen problemas internos tanto de la historia como la etnología”.[1] Wachtel menciona que en el fondo, diacronía, proceso, método, sincronía, están puestas en ambas disciplinas. De estas dos áreas de las ciencias sociales se afirma la etnohistoria, para rescatar desde lo “indio” y reconstruir, lo importante es según Wachtel, seguir la línea de aquellos que fueron vencidos o derrotados.
Los materiales o elementos que ayudan a reconstruir una época, las crónicas o las que Wachtel llama “fuentes clásicas”, “El recurso de estos documentos exigen de nuestra parte una extrema prudencia; en efecto, Hernán Córtes o Bernal Días del Castillo (para México), Francisco Pizarro, M. de Estete o F. de Jerez (para Perú), se contentan con describir la Conquista desde el punto de vista español, de manera que sus textos, desde nuestra perspectiva, sólo nos interesan en la medida en que permitan precisar las informaciones de los cronistas indígenas.” [2] Si bien es cierto estas son descripciones de lo ocurrido en una época y espacio determinado, no hay que olvidar que estas hay que estas están marcadas de intensiones, son reproducciones europeas, por lo tanto, obedecen a la realidad del español. Las crónicas son construcciones discursivas, por lo tanto hay que superar la visión que estas son foto o reflejo de la época, ya que estas están condicionadas. José Luis Martinez hace mención a que las crónicas se deben entender como un velo que hay que correr para sacar la información del pasado.
Wachtel propone incorporar un segundo tipo de fuente, las que el denomina como “Auténticamente indígenas”, “Existen fuentes auténticamente indígenas. Antes de la llegada de los españoles, los indígenas tenían ya costumbres de perpetuar el recuerdo de los principales acontecimientos de su historia. En Perú, donde los incas ignoraban la escritura, se trataba de una tradición oral; pero en México, los aztecas y los mayas escribían en caracteres ideográficos crónicas que conservaban en verdaderas bibliotecas.”[3]. Estas fuentes, corresponden a descripciones indígenas, historias contadas por los indios. Si bien es cierto, existían sociedades definidas como Agráfas, pero los protagonistas de estas interpretaron sus vivencias y experiencias. Estas fuentes pasaron por la interpretación de quienes escucharos las historias y aunque estén mediadas por la pluma de quien las escribió, provienen del mundo indígena. Si bien es cierto, estas fuentes son de suma importancia a la hora de reconstruir la historia, hay que entender también que estas tiene un doble velo de la realidad indígena, el primero es el paso de la realidad relatada por el indígena que es pasado a la escritura por otra persona y el segundo velo es la traducción de estos relatos al español, ya que originalmente se escribía en lengua del indígena y luego era traducida al castellano.
La otra categoría de fuentes que Wachtel menciona son los referidos a los archivos de administración española, como el cobro de tributo, censos de población, documentos sobre evangelización, entre otros, estos documentos pueden llegar a ser en ocasiones más objetivos que las mismas crónicas, ya que al ser documentos administrativos, sus cargas de intenciones pueden ser las menos, Jhon Murra, propone ir y considerar justamente estas fuentes de información.
Los documentos escritos son fuentes de información, en las que se pueden escuchar la voz de los indígenas. Pero, ¿Cómo se puede hacer o reconstruir una historia de los pueblos que no dejaron registro escrito? Las sociedades sin escritura han privilegiado la comunicación oral, ahora bien, ¿pueden estos considerarse documentos? Los documentos que surgen de la comunicación de los hombres entre si, pueden ser de variadas formas, pero la mantención de estas en el tiempo es determinante a la hora de clasificarla bajo el carácter de documento. Por lo tanto potencialmente no toda comunicación humana es considerada documento.
Para Jacques le Golf, la historia se aplica a dos tipos de materiales: los documentos y los monumentos. El primero surge por elección del historiador, habitualmente es el texto escrito, son un tipo de testimonio, se presenta como una prueba histórica, “Se afirma esencialmente como un testimonio escrito”[4]. El monumento por su parte hace recordar, está cargado de intención, se constituye en testimonio de tiempo pasado, las culturas dejan monumentos, son los testimonios del pasado, son huellas, “Es todo lo que hacer volver al pasado, perpetuar el recuerdo” [5]. En principio existe una división entre documento y monumento, durante el siglo XIX, existe una especie de triunfo del documento sobre el monumento, existe una corriente historiográfica donde se sobrevalora el documento como fuente de información. Fustel de Coulanges menciona que el mejor historiador es aquel que se apega más el texto original, aquel no interviene en nada el documento. “El mejor historiador es aquel que se mantiene más próximo posible al texto”[6]. Esto es parte de la escuela positivista de la historia, donde no cabe la interpretación, donde lo que dice el texto es lo válido, donde se deja que el texto hablo por sí solo. Si se hace una comparación de la historia tradicional, es justamente esto lo que en los libros de historia se encuentra, tienen que ver con esta práctica historiográfica, dejando que los documentos hablen por si mismos, solo describiendo, sin ir más lejos, durante el siglo XIX, el primero en tener una historia general de Chile, es Barros Arana, quien en esta solo describe hechos e intercala una serie de citas que en general es como describen y definen a los indígenas.
Al apegarse de esta manera al documento sin duda se comienzan a generar distorsiones o ciertas conciencias de los mundos indígenas, ya que no existe la interpretación.
Durante la década de los sesenta, se comienza a tener otra mirada, se crea una escuela con la idea de entender que es un documento. Los fundadores de la revista “Annales d´ histoire économique et sociale”, insistirán en ampliar mucho más está visión de documento que se ha venido privilegiando hasta el momento. “La historia se hace con documentos escritos, por cierto. Cuando existen. Pero se la puede hacer, se la debe hacer sin documentos escritos, si no existen”[7]. Esto quiere decir que con todo lo perteneciente al hombre se puede hacer historia. Se puede reconstruir la historia de los pueblos que no la tienen, a través de todo aquello que es manifestación humana. Por lo tanto el contenido del documento no es necesariamente un texto, o un testimonio escrito, sino más bien todo aquello que es producción del hombre, los registros que pueden ser considerados a la hora de hacer o de reconstruir la historia son muchas más elementos, los sentimiento de los hombres, la historia de los sujetos. Esta sería la gran revolución documental de la que nos habla Jacques le Golf, esta revolución que será un golpe a la cátedra, donde habrá un cambio cualitativo y cuantitativa, donde se considerarán las historias no contadas, esas que han quedado subsumidas, no solo esas historias de los grandes hombres, no solo la historia política, militar, de elite o diplomáticas. Jacques Le Golf, menciona que “La revolución documental tiende también a promover una nueva unidad de información: en el lugar del hecho que conduce al acontecimiento y a una historia lineal, a una memoria progresiva, privilegia el dato, que lleva a la serie y a una historia discontinua”.
Es importante considerar que hay una serie de saberes que van corriendo paralelamente con la historia y que la historiografía no rescata, esto permite conocer otro tipo de vida, permite rescatar la historia de ciertos sectores que no han sido considerados en la historia tradicional, como lo son por ejemplo los sectores populares, las mujeres, los jóvenes, entre otros, existen pocos relatos históricos de algunos de estos temas en la historia de la aristocracia por ejemplo o de las elites, nos preguntamos, ¿Dónde están presente las mujeres o los jóvenes en estas historias contadas?, ¿Qué pasaba con los sectores populares cuando se está contando la historia de un acontecimiento importante?, es necesario hacer protagonistas a otros sectores, existen tantas historias escondidas que vale la pena rescatar y contarlas.
Se hace necesario, a mi juicio, entender el documento como algo mucho más amplio, no solo como un texto escrito, existen otras producciones humanas que pueden ser consideraras para reconstruir una historia, por ejemplo, las ropas, las artes, muebles, ¿Por qué no ir a las expresiones artísticas como el teatro, dibujos, música, cantos?, todo aquello que ha sido representación humana, puede ser un documento interesante para hacer historia.
En este caso, donde el documento cumple con una definición más amplia, se puede entender que este también tiene una connotación de monumento, este monumento que sirve, como se menciona anteriormente, para recordar ya que las culturas dejan sus monumentos como huellas en el tiempo.
BIBLIOGRAFIA
Le Golff, Jacques.
El orden de la memoria. El tiempo como imaginario. Segunda parte capítulo I (pp.131-183)
Martínez B., Nelson.
Las crónicas hispanas y las voces del otro. En Martínez C., José Luis “Los Discursos sobre los otros”. (pp. 25-61)
Martínez C., José Luis.
Documentos y Discursos. Una Reflexión desde la Etnohistoria. En Martínez S., José Luis “Los Discursos sobre los otros” (pp.127-158)
Thurner, Mark.
Después de la Etnohistoria: eencuentros y encuentros entre discurso antropológicos e históricos.
Wachtel, Nathan.
Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española (1530-1570), Introducción (pp.23-34)
Apuntes tomados en clases.
[1] Wachtel, Nathan, “Los Vencidos”, (pag-25-26)
[2] Wachtel, Nathan, “Los Vencidos” (pag, 32)
[3] Wachtel, Nathan, “Los Vencidos” (pag, 28)
[4] Jacques Le Golf “El Orden de la Memoria”; El Tiempo como imaginario (pag228)
[5] Jacques Le Golf “El Orden de la Memoria”: El Tiempo como imaginario (pag227)
[6] Jacques Le Golf “El Orden de la Memoria”; El Tiempo como imaginario (pag228)
[7] Jacques Le Golf “El Orden de la Memoria”; El Tiempo como imaginario (pag231)
¿QUE ES SER ANTROPOLOGOS? LOS OTROS Y NOS-OTROS.
Universidad
Academia Humanismo Cristiano
UAHC
¿Qué es ser antropólogo?: Los “Otros y Nos-“otros”
Ensayo sobre: “El hablador” de Mario Vargas Llosa.
Academia Humanismo Cristiano
UAHC
¿Qué es ser antropólogo?: Los “Otros y Nos-“otros”
Ensayo sobre: “El hablador” de Mario Vargas Llosa.
Graciela González C.
Abril 2008.
“Porque hablar como habla un hablador es haber llegado a sentir y vivir lo más intimo de esa cultura, haber calado en sus entresijos, llegado al tuétano de su historia y su mitología, somatizado sus tabúes, reflejos, apetitos y terrores ancestrales”
El Hablador, Mario Vargas Llosa
Al girar la última página de un libro de Mario Vargas Llosa, quedan sin duda muchas reflexiones por hacer, sobretodo cuando estas son referidas a lo que queremos hacer de nuestras vidas, a donde queremos ir y hasta donde estamos dispuestos a llegar para lograrlo.
¿Que es ser antropólogo?. Todos aquellos que decidimos hacer de esta carrera nuestra profesión, tenemos ideas muy variadas para dar una respuesta. Estas oscilan entre una persona que observa y describe hasta definiciones que llegan a establecer tal vinculo con la cultura investigada que la interviene y actúa como parte de ella, este ultimo caso descrito minuciosamente en el libro “El Hablador” del escritor peruano Mario Vargas Llosa, encarnado en su personaje Saúl Zuratas, “Mascarita”.
Determinar con cierta claridad cual es la vocación de cada uno de nosotros, supone autoanálisis más o menos extensos, que conllevan echar mano a una gran diversidad de elementos, el carácter, los sentimientos, nuestra relación con el entorno sociocultural y una serie de factores que nos dan luces respecto de nuestra preferencia profesional. Como se puede ver no es una fácil decisión, más difícil aun es definir que se quiere llegar hacer un antropólogo.
La antropología desde su origen se pregunta por el tema de la cultura y surge de la experiencia de viajar desde un centro determinado en búsqueda de “otros”, es encontrarse con personas, culturas, civilizaciones distintas e intentar comprenderlas en sus prácticas, valores, creencias y costumbres.
Buscar una razón de la necesidad de viajar y conocer otras realidades puede también generar un amplio abanico de respuestas, entre otras enriquecernos con nuevos conocimientos, conocer nuevas formas de ver la vida, saber de otras cosmovisiones que nos ayuden a explicar la nuestra, en fin, podríamos enumerar un sin numero de razones, cada una tan valedera como la otra. Incluso y adoptando una posición extrema, tal como la expresada en el libro de Vargas Llosa, encontrar aquella cultura en que nos sintamos más plenos y desarrollados, que en aquella de la cual somos originarios.
Uno de los elementos mas relevantes que la antropología debiese desentrañar son los misterios del “otro”, que muchas veces por el desconocimiento histórico produce grandes barreras para las relaciones universales, como lo son el prejuicio y los estereotipos que a la larga producen la xenofobia y el resentimiento.
En el Libro “El Hablador”, el personaje de Vargas Llosa, Mascarita, inicia su viaje como una forma de encontrar aquello maravilloso que no existía en su vida, su contexto familiar y social lo condenaba a una vida, que a su juicio, era oscura y sin mayores pretensiones. El viaje a la amazonia lo lleva a descubrir nuevas formas de ver la vida y a descubrirse de una manera que nunca había experimentado. Finalmente realiza su elección y su destino se transforma en su lugar permanente de residencia.
En cambio el lingüista- narrador- observa a estas culturas como un interesante objeto de investigación, sin otros objetivos que el de convertirlos en un archivo de documentación. Podemos ver en estos dos personajes los extremos de la investigación antropológica, por un lado aquel que se maravilla e incluso renuncia a su cultura original y por el otro aquel que solo desea observar y documentar desde el exterior. En este punto es en el que se vuelve a plantear la pregunta original ¿Qué es ser Antropólogo?
Como se menciona anteriormente, existen diferentes maneras de ver al otro, por una parte está la mirada de aquél que es capaz de maravillarse con otra cultura, que llega a hacerla parte de él. Por otro lado está quien la ve, simplemente, como un “objeto de estudio”, una fuente de información.
El llegar a sentir tal admiración por alguna cultura, sus tradiciones, costumbres y prácticas, hace que sin duda surja necesariamente la intención de comprometerse y trabajar para la preservación de la misma, sin contaminaciones occidentales ni del mundo moderno, “puras y limpias”. Sin embargo, cuando estas comienzan incorporar a su forma de vida elementos de la modernidad, es donde aparecen los grandes cuestionamientos. ¿Qué pasa si realmente dichas culturas desean incorporar estos elementos del mundo moderno?, ¿podemos convencer a estos “otros” de que lo mejor es mantener su cultura como está?, ¿podemos evitar realmente que las culturas vayan transformándose?, son preguntas y más preguntas que posiblemente no podamos responder nosotros mismos, ya que la respuesta esta precisamente en estos “otros”. De esta misma manera está, muchas veces, en las mentes de quienes emprenderán un viaje hacia otra cultura, la idea de intervenirlas, para su “bien” o “mejor desarrollo”, pero ¿Por qué existe la idea de imponer una verdád?, ¿Cómo sabemos realmente que los que nos dice nuestra sociedad, que por lo demás es creada por nosotros mismos, es mejor a otras que aún no conocemos?, ¿Por qué creemos a veces que nuestra sabiduría es mucho la más correcta sin saber nada de aquellas que se han transmitido por largas generaciones? ¿Esto acaso nos hace mejor o más desarrollados que otras culturas?. Estas son las preguntas que a mi juicio debemos y se deben hacer todos aquellos que han decidido hacer de la antropología su vocación. Muchas veces las preocupaciones van justamente por mantener o intervenir una comunidad o cultura distinta a la propia, sin embargo y como ya se menciona anteriormente, las respuestas no están en quienes seremos los “extraños” dentro de los pueblos o comunidades, si no más bien, las respuestas siempre estarán en los “otros” , por lo tanto el llamado de atención es para lograr la suficiente capacidad de captar estas respuestas entregadas por quienes son los verdaderos protagonistas de mantener o intervenir su propia cultura.
En el libro de Vargas LLosa, el autor nos relata como el personaje principal, a raíz de las historias que ha escuchado, busca conocer personalmente a un “hablador”, contadores de historias que deambulan por los caminos y de poblado en poblado narrando y transmitiendo sabiduría popular, cuentos, mitos, entre otros, entreteniendo a todo aquellos que quisieran escuchar la magia de estas narraciones. Los habladores personajes claves dentro de los machiguengas, quienes a través de sus cuentos y leyendas, tratan de que su cultura y sus tradiciones no queden perdidas en el tiempo y en el olvido. Finalmente y a la vuelta de muchos años, casi sin esperanza de finalizar su búsqueda con éxito, descubre que dicha persona de la que escuchó hablar a los esposos Schneil, es nada menos que su viejo y querido amigo Saúl Zuratas, Mascarita, comprendiendo a partir de esto el gran encanto que le producía a su gran amigo estas culturas y el respeto y postura que este mismo tendría frente a estas tribus amazónicas. A partir de esta idea, me surge una pregunta central: ¿Cuándo un antropólogo deja de serlo?. A mi juicio Mascarita de ser un Antropólogo, al convertirse en parte de la tribu de los Machiguenga, ya que paso a formar parte de una cultura distinta a la propia. La cultura amazónica dejó de verlo como un “afuerino”, debido a que una vez que renuncio a su cultura y vocación, se transformó en un contador de mitos e historias de esa tribu.
En mi opinión un profesional Antropólogo, esta en un constante ir y venir entre su cultura y el resto de ellas. Esto no significa necesariamente lapsos de tiempo definidos, más o menos largos, si no el viaje con un constante retorno, lleno de experiencias y conocimientos que afectan su crecimiento y el de la sociedad de origen en la cual se desenvuelve.
Una de las características de la culturas es que son etnocéntricas y muchas de ellas generan barreras que son impermeables a cualquier observador externo. Sin embargo y a pesar de todas ellas, siempre existen elementos integrados de las culturas, sobre todo en aquellos casos en que esas se encuentran ubicadas en espacios físicos cercanos y con características similares. en cuanto a su topografía. Determinar el origen de estos elementos comunes siempre resulta muy confuso y no se puede decir fácilmente en que cultura se originaron
En el libro el autor, nos muestra en un principio dos miradas existentes tan distintas entres sí, de una misma realidad o un mismo mundo, por un lado aquella que respeta y comprender modos de vida tan distintos al propio, y por otra parte aquel que siente que los pueblos indígenas debes evolucionar y desarrollarse de la mano con el país. Sin embargo al transcurrir el tiempo este segundo personaje, viaja a los lugares que su amigo Mascarita, le había comentado tantas veces. De esta manera y al estar allí logra entender a su amigo y su visión. “El viaje me permitió entender mejor el deslumbramiento de Mascarita con esas tierras y esas gentes, adivinar la fuerza del impacto que cambió el rumbo de su vida. Pero, además, me dio experiencias concretas para justificar muchas de las discrepancias que, más por intuición que por conocimiento real del asunto, había tenido con Saúl sobre las culturas amazónicas.” (Pag. 72)
El conocer a “otros” nos permite muchas veces conocernos a nosotros mismos, tiene que ver con identificarnos distintos a los demás, sobretodo cuando estos forman parte de una cultura distinta a la nuestra, esto sin duda nos sirve como un “espejo” una manera de vernos a nosotros mismos y asumir que tan diferente somos de estos “otros”. Esto se produce debido a que al partir tenemos la idea de relacionarnos con personas diferentes, sin embargo al llegar al lugar de destino, los diferentes somos nosotros.
El viaje a otras culturas también implica la sorpresa, lo exótico y lo maravilloso, esto es justamente el preciado regalo que traeremos de vuelta para nosotros mismos y para todos aquellos que lo quieran recibir, quien viaja, entendiendo de fondo que significa viajar, siempre llegará con algo nuevo en él, con algo que contar y transmitir a los demás.
BIBLIOGRAFÍA
Vargas Llosa, Mario, “El Hablador”.
1987: Editorial Seis Barral, S.A.
Córcega, 270 – Barcelona.
Abril 2008.
“Porque hablar como habla un hablador es haber llegado a sentir y vivir lo más intimo de esa cultura, haber calado en sus entresijos, llegado al tuétano de su historia y su mitología, somatizado sus tabúes, reflejos, apetitos y terrores ancestrales”
El Hablador, Mario Vargas Llosa
Al girar la última página de un libro de Mario Vargas Llosa, quedan sin duda muchas reflexiones por hacer, sobretodo cuando estas son referidas a lo que queremos hacer de nuestras vidas, a donde queremos ir y hasta donde estamos dispuestos a llegar para lograrlo.
¿Que es ser antropólogo?. Todos aquellos que decidimos hacer de esta carrera nuestra profesión, tenemos ideas muy variadas para dar una respuesta. Estas oscilan entre una persona que observa y describe hasta definiciones que llegan a establecer tal vinculo con la cultura investigada que la interviene y actúa como parte de ella, este ultimo caso descrito minuciosamente en el libro “El Hablador” del escritor peruano Mario Vargas Llosa, encarnado en su personaje Saúl Zuratas, “Mascarita”.
Determinar con cierta claridad cual es la vocación de cada uno de nosotros, supone autoanálisis más o menos extensos, que conllevan echar mano a una gran diversidad de elementos, el carácter, los sentimientos, nuestra relación con el entorno sociocultural y una serie de factores que nos dan luces respecto de nuestra preferencia profesional. Como se puede ver no es una fácil decisión, más difícil aun es definir que se quiere llegar hacer un antropólogo.
La antropología desde su origen se pregunta por el tema de la cultura y surge de la experiencia de viajar desde un centro determinado en búsqueda de “otros”, es encontrarse con personas, culturas, civilizaciones distintas e intentar comprenderlas en sus prácticas, valores, creencias y costumbres.
Buscar una razón de la necesidad de viajar y conocer otras realidades puede también generar un amplio abanico de respuestas, entre otras enriquecernos con nuevos conocimientos, conocer nuevas formas de ver la vida, saber de otras cosmovisiones que nos ayuden a explicar la nuestra, en fin, podríamos enumerar un sin numero de razones, cada una tan valedera como la otra. Incluso y adoptando una posición extrema, tal como la expresada en el libro de Vargas Llosa, encontrar aquella cultura en que nos sintamos más plenos y desarrollados, que en aquella de la cual somos originarios.
Uno de los elementos mas relevantes que la antropología debiese desentrañar son los misterios del “otro”, que muchas veces por el desconocimiento histórico produce grandes barreras para las relaciones universales, como lo son el prejuicio y los estereotipos que a la larga producen la xenofobia y el resentimiento.
En el Libro “El Hablador”, el personaje de Vargas Llosa, Mascarita, inicia su viaje como una forma de encontrar aquello maravilloso que no existía en su vida, su contexto familiar y social lo condenaba a una vida, que a su juicio, era oscura y sin mayores pretensiones. El viaje a la amazonia lo lleva a descubrir nuevas formas de ver la vida y a descubrirse de una manera que nunca había experimentado. Finalmente realiza su elección y su destino se transforma en su lugar permanente de residencia.
En cambio el lingüista- narrador- observa a estas culturas como un interesante objeto de investigación, sin otros objetivos que el de convertirlos en un archivo de documentación. Podemos ver en estos dos personajes los extremos de la investigación antropológica, por un lado aquel que se maravilla e incluso renuncia a su cultura original y por el otro aquel que solo desea observar y documentar desde el exterior. En este punto es en el que se vuelve a plantear la pregunta original ¿Qué es ser Antropólogo?
Como se menciona anteriormente, existen diferentes maneras de ver al otro, por una parte está la mirada de aquél que es capaz de maravillarse con otra cultura, que llega a hacerla parte de él. Por otro lado está quien la ve, simplemente, como un “objeto de estudio”, una fuente de información.
El llegar a sentir tal admiración por alguna cultura, sus tradiciones, costumbres y prácticas, hace que sin duda surja necesariamente la intención de comprometerse y trabajar para la preservación de la misma, sin contaminaciones occidentales ni del mundo moderno, “puras y limpias”. Sin embargo, cuando estas comienzan incorporar a su forma de vida elementos de la modernidad, es donde aparecen los grandes cuestionamientos. ¿Qué pasa si realmente dichas culturas desean incorporar estos elementos del mundo moderno?, ¿podemos convencer a estos “otros” de que lo mejor es mantener su cultura como está?, ¿podemos evitar realmente que las culturas vayan transformándose?, son preguntas y más preguntas que posiblemente no podamos responder nosotros mismos, ya que la respuesta esta precisamente en estos “otros”. De esta misma manera está, muchas veces, en las mentes de quienes emprenderán un viaje hacia otra cultura, la idea de intervenirlas, para su “bien” o “mejor desarrollo”, pero ¿Por qué existe la idea de imponer una verdád?, ¿Cómo sabemos realmente que los que nos dice nuestra sociedad, que por lo demás es creada por nosotros mismos, es mejor a otras que aún no conocemos?, ¿Por qué creemos a veces que nuestra sabiduría es mucho la más correcta sin saber nada de aquellas que se han transmitido por largas generaciones? ¿Esto acaso nos hace mejor o más desarrollados que otras culturas?. Estas son las preguntas que a mi juicio debemos y se deben hacer todos aquellos que han decidido hacer de la antropología su vocación. Muchas veces las preocupaciones van justamente por mantener o intervenir una comunidad o cultura distinta a la propia, sin embargo y como ya se menciona anteriormente, las respuestas no están en quienes seremos los “extraños” dentro de los pueblos o comunidades, si no más bien, las respuestas siempre estarán en los “otros” , por lo tanto el llamado de atención es para lograr la suficiente capacidad de captar estas respuestas entregadas por quienes son los verdaderos protagonistas de mantener o intervenir su propia cultura.
En el libro de Vargas LLosa, el autor nos relata como el personaje principal, a raíz de las historias que ha escuchado, busca conocer personalmente a un “hablador”, contadores de historias que deambulan por los caminos y de poblado en poblado narrando y transmitiendo sabiduría popular, cuentos, mitos, entre otros, entreteniendo a todo aquellos que quisieran escuchar la magia de estas narraciones. Los habladores personajes claves dentro de los machiguengas, quienes a través de sus cuentos y leyendas, tratan de que su cultura y sus tradiciones no queden perdidas en el tiempo y en el olvido. Finalmente y a la vuelta de muchos años, casi sin esperanza de finalizar su búsqueda con éxito, descubre que dicha persona de la que escuchó hablar a los esposos Schneil, es nada menos que su viejo y querido amigo Saúl Zuratas, Mascarita, comprendiendo a partir de esto el gran encanto que le producía a su gran amigo estas culturas y el respeto y postura que este mismo tendría frente a estas tribus amazónicas. A partir de esta idea, me surge una pregunta central: ¿Cuándo un antropólogo deja de serlo?. A mi juicio Mascarita de ser un Antropólogo, al convertirse en parte de la tribu de los Machiguenga, ya que paso a formar parte de una cultura distinta a la propia. La cultura amazónica dejó de verlo como un “afuerino”, debido a que una vez que renuncio a su cultura y vocación, se transformó en un contador de mitos e historias de esa tribu.
En mi opinión un profesional Antropólogo, esta en un constante ir y venir entre su cultura y el resto de ellas. Esto no significa necesariamente lapsos de tiempo definidos, más o menos largos, si no el viaje con un constante retorno, lleno de experiencias y conocimientos que afectan su crecimiento y el de la sociedad de origen en la cual se desenvuelve.
Una de las características de la culturas es que son etnocéntricas y muchas de ellas generan barreras que son impermeables a cualquier observador externo. Sin embargo y a pesar de todas ellas, siempre existen elementos integrados de las culturas, sobre todo en aquellos casos en que esas se encuentran ubicadas en espacios físicos cercanos y con características similares. en cuanto a su topografía. Determinar el origen de estos elementos comunes siempre resulta muy confuso y no se puede decir fácilmente en que cultura se originaron
En el libro el autor, nos muestra en un principio dos miradas existentes tan distintas entres sí, de una misma realidad o un mismo mundo, por un lado aquella que respeta y comprender modos de vida tan distintos al propio, y por otra parte aquel que siente que los pueblos indígenas debes evolucionar y desarrollarse de la mano con el país. Sin embargo al transcurrir el tiempo este segundo personaje, viaja a los lugares que su amigo Mascarita, le había comentado tantas veces. De esta manera y al estar allí logra entender a su amigo y su visión. “El viaje me permitió entender mejor el deslumbramiento de Mascarita con esas tierras y esas gentes, adivinar la fuerza del impacto que cambió el rumbo de su vida. Pero, además, me dio experiencias concretas para justificar muchas de las discrepancias que, más por intuición que por conocimiento real del asunto, había tenido con Saúl sobre las culturas amazónicas.” (Pag. 72)
El conocer a “otros” nos permite muchas veces conocernos a nosotros mismos, tiene que ver con identificarnos distintos a los demás, sobretodo cuando estos forman parte de una cultura distinta a la nuestra, esto sin duda nos sirve como un “espejo” una manera de vernos a nosotros mismos y asumir que tan diferente somos de estos “otros”. Esto se produce debido a que al partir tenemos la idea de relacionarnos con personas diferentes, sin embargo al llegar al lugar de destino, los diferentes somos nosotros.
El viaje a otras culturas también implica la sorpresa, lo exótico y lo maravilloso, esto es justamente el preciado regalo que traeremos de vuelta para nosotros mismos y para todos aquellos que lo quieran recibir, quien viaja, entendiendo de fondo que significa viajar, siempre llegará con algo nuevo en él, con algo que contar y transmitir a los demás.
BIBLIOGRAFÍA
Vargas Llosa, Mario, “El Hablador”.
1987: Editorial Seis Barral, S.A.
Córcega, 270 – Barcelona.
KOKA KINTU: "LA HOJA DE COCA, EL REGALO DE LOS DIOSES"
Graciela González Corei
Antropologa Sociocultural
KOKA KINTU: HOJA DE COCA
“EL REGALO DE LOS DIOSES”
INDICE
1.- Introducción
2.- La coca, hoja sagrada de los pueblos andinos
3.- Cronología de los pueblos andinos
4.- Hitos relevantes
4.1.- Influencia Tiahanaco
4.2.- Imperio y señorios Inca
4.3.- Conquista Inca
4.4.- Conquista Española
5.- Cosmovisión de los pueblos andinos
6.- El encuentro de la hoja sagrada con los hombres de España
7.- La Predicción
8.- Conclusión
9.- Bibliografía
1.- Introducción
El presente escrito pretende indagar, en términos más bien etnológicos, el origen y relación de la Coca con los pueblos andinos precolombinos.
En primer lugar explicaré el origen de la planta y los usos dados por los pueblos precolombinos, así también como el “conquistador” español, usó y abusó de ella, para imponer su autoridad a dichos pueblos.
En una segunda parte ahondaré en el significado que tiene para los pueblos precolombinos el uso de esta planta. Este va mas allá de un uso netamente medicinal o sicotrópico, ya que por ser un regalo divino, involucra casi todas las actividades de su vida diaria, ayudándolos a soportar los rigores extremos que le impone su entorno.
También abordaré el origen de estos pueblos, como una forma de contextualizar el uso de la Coca. Entregando antecedentes de la influencia de cada uno de estos pueblos y su estrecha relación con esta planta sagrada
La Coca, motivo de este trabajo, encierra muchos secretos que aún no han sido desentrañados. Desde su origen y hasta la utilización industrial están basados en historias que van más allá del simple conocimiento farmacológico. Mi idea es mostrar, por lo menos en términos generales, las aristas de la historia que se ha construido en torno a ella y que la llamada “civilización occidental” aún desconoce.
2.- “LA COCA”, HOJA SAGRADA DE LOS PUEBLOS ANDINOS.
La coca es una de las plantas domésticas más antiguas en América Latina. Desde hace más de 4000 años, la coca ha sido utilizada por los grupos indígenas. El masticado de esta hoja ha sido de uso rutinario de los pueblos andinos hasta el día de hoy, también la hoja de coca ha sido utilizada para rituales y para usos medicinales, siendo considerara desde siempre como un medio utilizado para poder resistir mejor el trabajo físico.
La coca, se cosecha cuatro veces al año, es un arbusto originario de América del Sur, que recibe el nombre de cocal. Los indígenas de Latinoamérica lo cultivaban desde tiempos ancestrales, en la actualidad siguen haciéndolo, aunque también se cultiva en otros países tropicales y subtropicales (Jamaica, Indonesia y Australia).
Los indígenas solían hacer un alto en su trabajo cotidiano para masticar hojas de coca, las que mezclaban con saliva y “lejía”, manteniéndola así por ratos entre los molares y la cara interna de la mejilla. De esta manera se podía extraer el jugo de dicha hoja, y esta al pasar por la sangre a través de las membranas mucosas de la boca, hacían que la lengua y el carrillo quedarán dormidos.
Existen diferentes aportes de antropólogos e etnohistoriadores que basándose en crónicas españolas, plantean en cuanto al uso de la hoja de coca en tiempo precolombinos dos tipos de análisis.
Por un lado, no se le da gran importancia de la utilización de la hoja sagrada en las culturas andinas antes de su cultivo organizado por el Estado Inca. La otra postura es aquella que considera que la hoja de coca fue un producto que tuvo un gran significado y uso en pueblos andinos, sobretodos aquellos aymara, mucho antes de la dominación o conquista incaica, al parecer este último aporte es el que cuenta con argumentos más sólidos que el anterior.
Jhon Murra, (1978:249) menciona, “los incas contaron con zonas dedicadas al cultivo de la coca que estaban bajo su control, así como los mitimaes, llamados “camayos”, enviados a los valles de “cararla” y recogerla. Asimismo, parece ser que la coca cumplió la función de valor de cambio en un contexto de ausencia de moneda y reglas andinas de circulación de bienes de consumo”[1]
El cronista Garcia Diez, menciona que desde antes del incanato, ya ayllus aymaras del reino Lupaca, contaban con plantaciones de cocales en sus tierras de Chicaloma o Chicaruma, ubicado en los Yungas, lo que hoy es departamento de La Paz.
Las evidencias arqueológicas, han rescatado la más antigua muestra de masticación de la hoja sagrada para los andinos. Tanto al norte del Perú, como en Bolivia y norte de Chile, se muestran el uso de esta planta, así también en la cultura Valdivia que se desarrolló al sureste del Ecuador. La hoja de coca se extendió desde Argentina hasta América Central, incluyendo además en estos grupos que la utilizaban en las islas caribeñas.
En excavaciones, en el norte del Perú, se han encontrado figuras de posibles sacerdotes con la mejilla dilatada por el acullico[2].
En cuanto a la cultura Tiahuanaco, Ponca Sanjinés menciona: “en cuarto periodo de la cultura tiahuanacota, el comercio de coca entre los Yungas y el altiplano ya se había generalizado. Sin embargo, es en relación a los señoríos aymara que se encuentra más informaciones sobre el cultivo y uso de la coca, la mayoría de las cuales provienen de fuentes españolas tempranas”.[3]
Si bien es cierto en un principio la hoja de la coca, fue utilizada por los aymaras y quechuas con fines ceremoniales, medicinales y de alimentación. Al ser descubierta por los españoles a su llegada a tierras Americanas, específicamente al Tawantinsuyu, ya pueden observar en las prácticas culturales de los pueblos andinos, la presencia de esta hoja o hierba, la que hasta entonces era desconocida para ellos, estos se pueden percatar de que existían cultivos de esta hoja, situación que llamó profundamente su atención y los llevó a comenzar a averiguar sobre sus usos y características.
En la hoja de sagrada de los andinos, pudieron encontrar otro nicho de riqueza ya que a través de esta podían aprovechar al máximo el trabajo y fuerza física de los indígenas que trabajaran para ellos durante la conquista, todo esto motivado por las grandes ansias de poder que tenían los conquistadores.
Por otro lado la hoja sagrada fue llevada a Europa junto al café y el tabaco, todo esto motivado por la sensación de bienestar que les producía y que les permitía superar el cansancio, el hambre y el frío.
3.- CRONOLOGÍA DE LOS PUEBLOS ANDINOS
Los pueblos Andinos, reciben ese nombre por su ubicación a lo largo del cordón de la cordillera de los Andes. Estos pueblos presentaron un desarrollo que a la llegada de los españoles en el siglo XV los deslumbro. Pueblos que alcanzaron grandes avances y que contaban con organización socio-política, quienes desarrollaron la agricultura en eras y andenes, como también la crianza de camélidos como llamas y alpacas, siendo además poseedores de riquezas como el oro y la plata, desde antes de la era cristiana.
El mundo andino presenta dos regiones contrapuestas. Una de ellas es la costa, árida pero habitable, en la otra parte baja de las cuencas fluviales, que se enlazan con la zona ecuatoriana. Otra es la meseta andina, con clima muy peculiar y con interesantes atractivos.
En la zona andina se desarrolló la cultura de Tiahuanaco, en un sector junto al lago Titicaca, a una altitud que bordea los 4.000 metros y que obliga a adaptarse a condiciones difíciles.
A pesar de esta información, al hablar de las épocas y tiempos en cuanto a las culturas andinas no existe precisión en decir cual de todas estas fueron las primeras o las más antiguas, pero la cronología que hoy se acepta puede resumirse de la siguiente forma.
La primera etapa es plenamente prehistórica, de viejos cazadores, desde el 7000 al 3000 a. de j.c. Después hacia casi el año 1000 a. de j.c. tenemos la primera fase agrícola. Empieza entonces la etapas denominadas Formativa o Período inicial (2000-500 a. j.c.), Horizonte temprano (500-200 a. de j.c.) con las culturas Chapín y Paracas, Intermedio Temprano (200 a. de j.c. -500 d. de j.c.) con las culturas Nazca y Mochica, el Horizonte Medio (550-1000 d. de j.c.) con las culturas Tiahuanaco y Huari, Intermedio Tardío (1000 – 1450 d. de j.c.) con la cultura Chimú, y el Tercer Horizonte o período incaico propiamente tal (1450-1553 d. de j.c.).
4.- HITOS RELEVANTES
4.1.- INFLUENCIA TIAHUANACO
La meseta en su zona meridional presenta dos focos, uno es el Cuzco y otro alrededor del Titicaca. En este último se halla, hacia el 500 a. de j.c., la cultura Chiripa, a la que la sigue la de Tiahuanaco, que habrá de alcanzar una extensión considerable en varios sentidos.
La fase clásica de Tiahuanaco hay que atribuirla a los primeros siglos de nuestra era y en la segunda mitad del primer milenio se encuentra ya ante la decadencia esta cultura, la que se extendió por el año 500 por la región del Cuzco, en la que, a partir del año 1000, la cultura inca se desarrolla intensamente. Al mismo tiempo, en su región original, junto al lago Titicaca, se forman fases locales, por ejemplo aquellas que tiene como característica la presencia de las chullpas, (torres funerarias levantadas por aymaras)
Los pueblos aymara, han formado en la historia parte de un pueblo andino milenario, estos en la actualidad se extienden desde las orillas del lago Titicaca en Bolivia, pasando por el altiplano de este mismo, el cordón cordillerano de la primera región de Chile y terminando en el noroeste Argentino.
4.2.- IMPERIOS Y SEÑORIOS INDÍGENAS
En el año 500 de nuestra era, comienzan a perder hegemonía algunos de los pueblos originarios de latino América, es así como se forman distintos estados que comienzan a dominar a otros pueblos. Ejemplo los Wari que colonizaran desde Arequipa hasta el Cuzco por la sierra.
En los años 1000 aproximadamente, los imperios comienzan a desintegrarse y nacerá el estado Yaro, desde esté se desarrollan distintos señoríos y organizaciones menores.
En Tiwanaku, se verá lo mismo, al igual que en los reinos anteriores, van a surgir distintos señoríos, entre los que destacan los siguientes: Lupacas, Collas, Omasuyos, Canas, Canchiz, Pacajes, Quillagua, Collaguas, Ubinas, Lipez y Carangas, estos dos últimos ejercieron gran influencia en el norte de Chile. Estos señoríos se van a ir expandiendo de manera lenta hacia otras regiones de los Andes, lo que actualmente conocemos como Perú, Bolivia, Argentina y Chile.
En Chile principalmente, esto gracias a evidencias arqueológicas, se denota que quienes ocuparon el territorio norte del país fueron los pacajes, carangas y lupacas, principalmente en las lomas fronterizas, en valles y costas hasta el Salar de Surire.
4.3.- CONQUISTA INCA
Los pueblos aymaras fueron conquistados desde aproximadamente el año 1500 d.c., desde entonces sus “invasores” sería el Imperio Inca, de esta manera estos pueblos o grupos étnicos pasaron a formar parte del Tawantisuyu, (Tawantisuyu: Palabra Quechua que significa, tierra de los cuatro cuarteles o de las cuatro partes o bien imperio de las Cuatro regiones, las que corresponden a los cuatro “suyus” (regiones) siendo estas las siguientes: Chinchaisuyu (norte: nombre por el pueblo Chincha que comprendía la mayor parte del Perú central y norte, llegando hasta el Ecuador)., Antisuyu (este: todas las montañas que hay desde Puerto Viejo al río de la Plata y los indios de esa zona que vivían en los Andes). Kuntisuyu (Oeste: los indígenas de esa zona eran llamados Condes, esto abarca parte del Perú, Cuzco, Ica y Moquegua básicamente), Kullasuyu (Sur:, sector habitado por indígenas llamados Collas, esto abarca desde la cuenca del Titicaca, actual Bolivia, la mitad de Chile y parte andina de la Argentina.).
A pesar de ser conquistados estos grupos por los Incas, los indígenas nunca perdieron su propia cultura, es decir su propia cosmovisión, organización social, forma de vida y economía, sin embargo debían pagar tributo en productos agrícolas, artesanales y mano de obra para construir caminos, puentes y obras de riego.
4.4.- CONQUISTA ESPAÑOLA
El año 1532, comienza la dominación española o hispana al Tawantisuyu, esta va a abarcar además todos aquellos reinos que formaron parte de la dominación Inca, cabe mencionar que en estos se incluyen los grupos étnicos que se ubicaban en el Kullasuyu, ósea parte de Bolivia, Chile y Argentina. Todos estos pueblos pasaron a formar parte del reino Español, más tarde con el desarrollo de las constitución de los Estados naciones, cada uno de estos pueblos pasará a formar parte de países distintos, ya no se verá para el resto de los habitantes de estos tres países como una sola gran etnia o pueblo indígena.
Sin embargo, actualmente en pueblos de origen aymara sobretodo en la frontera Chileno-Boliviana, esto no será visto de esa manera, puesto que muchos de estos se auto reconocen e identifican como una sola etnia, no son indígenas chilenos ni bolivianos, si no más bien corresponden a una sola gran cultura que es la aymara
5.- COSMOVISIÓN O VISION DE MUNDO DE LOS PUEBLOS ANDINOS
Podríamos decir que en casi todas las culturas latinoamericanas la hoja de coca ha sido utilizada, desde la cultura Coclé en Panamá, pasando por Colombia en las culturas Capulla y Tairones, la cultura Moche, la quechua en Perú, la Aymará en Tiahuanaco y otros pequeños grupos en el Amazona. En muchas de estas culturas, sigue siendo utilizada la hoja de coca, esto responde a sus bondades medicinales, como también a las características propias de la cosmovisión de las culturas andinas.
Ahora bien, “todo tiene sentido y explicación dentro de su contexto”[4], menciono esto ya que si bien es cierto el uso de la hoja de coca por los pueblos andinos, es una práctica milenaria, esto sin duda responde a un contexto cultural, por esa razón creo necesario conocer algo más sobre la cosmovisión de los pueblos de los Andes.
Los pueblos andinos se autodefinen en estrecha relación con su hábitat, ósea con su entorno natural.
Al hablar de cosmovisión, podemos entender la visión mito-logizada de su geografía, es decir todo lo que forma parte de ellos: su propia historia, tradiciones, costumbres, en otras palabras su universo espiritual, este va a estar orientado siempre por su medio ambiente y quien les dará un modelo a su propio mundo entregándoles las explicaciones y el verdadero sentido a su existencia.
“El hábitat de los aymaras, su pertenencia al pueblo milenario andino y los impactos históricos que sufrieron, explican en parte esta cosmovisión. Su vitalidad, flexibilidad y resistencia se deben a un factor no material, como es la creatividad del pueblo aymara que supo dar siempre sentido positivo a los fenómenos decisivos, aun a los más duros, que impactaron su existencia milenaria” Dr. Juan Van Kessel
Las comunidades indígenas aymara, han configurado su visión de mundo de manera sagrada en cultos religiosos que son expresados en rituales ancestrales en sus celebraciones religiosas. Sus costumbre están centradas en algunos puntos que paso a definir a continuación.
Los MALLCUS: estos corresponden a los espíritus de las montañas nevadas, que circundan sus pueblos.
La PACHAMAMA: nombre que recibe la madre tierra, a esta se le celebra en su propio lugar de origen, es decir en sus propios pueblos. Esta es venerada como la madre fértil universal que permite que toda la vida del mundo tenga alimento y subsistencia.
El AMARU: O serpiente, esta se vincula directamente con la economía de las aguas, de los ríos y canales de irrigación de las tierras agrícolas superiores e inferiores a los 2.000 o 3.000 m.s.n.m.
Estos tres elementos serán los elementos que conforman el llamado ACAPACHA, o “este sentido de mundo” en el que la sociedad aymara se desarrollará.
El ACAPACHA, es el que corresponde al espacio físico temporal del espacio (orden existente aymara), este está compuesto entonces por el Mallku, Pachamama y el Amaru.
Esta cosmovisión va a llevar a valorar el principio ético y práctico del justo equilibrio, o dicho en aymara “tinku”, un equilibrio o tinku entre dos polos, o extremos sociales, ecológicos, políticos y económicos.
El hombre que es sabio va justamente a llevar una vida acertada en el Acapacha, es en este donde va a ajustar su existencia y todo su comportamiento en un justo equilibrio entre estos dos extremos o polos opuestos, ósea entre el Araj saya que es de donde nace el sol, la vida, el agua, la luz y el Manqha saya, que corresponde donde muere el sol, desembocan las aguas y se dirigen los muertos. Dos mitades, una de luz y otra de sombra, una de vida y otra de muerte, lo que esta arriba y lo que está abajo, el hombre andino es el llamado a vivir en equilibrio o Tinku en el Acapacha, “Así se está bien con Dios y con el Diablo”[5]
En cuanto a la visión de los pueblos andinos, el concepto de reciprocidad[6] se hace presente en todas sus prácticas, esta idea de “dar-recibir-dar”. Para los indígenas la vida se sustenta en esta relación, esta especie de cadena. La reciprocidad es característica de muchos pueblos prehispánicos. Este concepto abarca todas las relaciones. Tanto en los seres humanos entre sí, como entre estos mismos y la naturaleza, así también en sus relaciones con los ancestros y los espíritus. En los Andes, puntualmente, la intermediaria es la hoja de coca.
En todas las relaciones de amistad, sociales, familiares, etc., el indígena si considera a una persona le invita coca, esto es un signo de amistad y de buenas intenciones tanto como de igualdad.
La hoja de coca, ha sido utilizada también por tiempo, en celebraciones como matrimonios, bautizos, fiestas tradicionales, rituales de cosecha y siembra, entre otros. La hoja de coca cumple un rol fundamental en las relaciones de los pueblos andinos, de esta manera se puede decir que también constituye un medio de cohesión social en el mundo andino.
Pero masticar la hoja de coca, significa también: “traer los dioses al presente, porque la hoja de coca es la hoja sagrada”[7].
En el tema de la muerte, también la hoja de la coca, cumple un rol fundamental, ya que esta sirve de guía para ese espíritu que parte. En los rituales la hoja de coca ha estado presente desde siempre, “solo ella, sabe del pasado, de los antepasados, del presente, del futuro y de la muerte. Sabe lo de arriba, pues se contacta con los espíritus de arriba y de abajo”[8].
La hoja de coca, o KOKA KINTU[9], es primordial en la vida del hombre andino. Para estos pueblos, la coca es el regalo que les hizo Inti-sol, desde acá nace el valor mágico que esta cumple en los rituales, ya que puede aconsejar y entregar visiones o conocimientos especiales.
La coca, también es depositada como ofrenda en ciertos lugares determinados una vez que ya se ha utilizado en ceremonias, esto es con la finalidad de recibir protección y propiciar las buenas cosechas. La Koka Kintu, a pesar de ser por siglos la hoja sagrada de los pueblos andinos, y ha sido utilizada por ellos para el alma y el cuerpo, se cuenta a través de tradicional oral que está cayó en desgracia por primera vez, cuando fue descubierta por los españoles y la segunda vez cuando se descubrió uno de sus contenidos.
6.- EL ENCUENTRO DE LA HOJA SAGRADA CON LOS HOMBRES DE ESPAÑA.
Como mencionaba anteriormente, la hoja de coca, ha sido la hoja sagrada de los pueblos indígenas de los Andes, desde tiempos milenarios.
A la llegada de Francisco Pizarro, hasta el imperio de los incas (1533), pudo constatar que los indígenas solían masticar las hojas secas de un arbusto. Los cronistas que acompañaban a los conquistadores, dejan una constancia de que el uso de esta hoja, era un derecho divino que solo le correspondía a las personas importantes del Tawantinsuyo.
Víctor Montoya, menciona en su articulo “coca y cocaína”: “En efecto los incas prohibían el uso de la coca entre las castas inferiores de su imperio y la prescribían sólo en casos especiales”.
El Inca Garcilaso de la Vega, cronista e historiador peruano, ratifica esta afirmación en uno de sus escritos, mencionando: "...la yerba llamada coca, que los indios comen, la cual entonces no era tan común como ahora, porque no la comía sino el Inca y sus parientes y algunos curacas (autoridades indígenas), a quienes el rey, por mucho favor y merced, enviaba algunos cestos de ellas por año
Algunos cronistas españoles al describir los primeros pasos por tierras andinas de los conquistadores, dedicaron páginas que mostraban ya las costumbres de los indígenas andinos. Así es el caso de quien señala lo siguiente: “En ciertos valles entre las montañas el calor es maravilloso y allí crece una hierba llamada Coca, que los indígenas aprecian más que el oro y la plata, la virtud de esta hierba es que cualquier hombre que tenga éstas hojas en la boca; no padece ni de hambre ni de sed”[10]. Esto da cuenta de que la hoja de coca, fue utilizada desde antes de la llegada de los españoles y que sin duda esta practica llamó la atención de aquellos que veían de manera extraña las prácticas utilizadas por los indígenas.
Ya es sabido, en cuanto a la percepción que muchos españoles conquistadores, tenían de las prácticas de los hombres indígenas de América, es así, como la idea, en tanto al “otro” indígena y su uso habitual de la hoja sagrada de la coca, altera en cierta forma a muchos de estos primeros conquistadores.
En el año 1499, Américo Vespucio relata que en la península de la Guajira, vio como unos nativos masticando hoja de coca, “muy feos gestos y cara que tenían los carrillos llenos por dentro de una yerba verde que rumiaban continuamente como bestias, llevando cada uno dos calabazas, una llena de aquella hierba y otra con una harina blanca que parecía yeso en polvo y de cuando en cuando con un palillo que tenían mojándolo con la boca, lo metían en la harina y después lo metían en la boca, enharinando la hierba que tenían en la boca, y esto lo hacían muy a menudo y maravillados de tal cosa no podíamos entender el secreto ni con que fin lo hacían así”[11]. Si bien es cierto, Américo Vespucio, hace referencia al uso de la hoja de coca, su comentario responde a la ignorancia frente a una práctica común y cotidiana dentro de los hombres de los Andes.
Por otro lado, De las Casas dice que los naturales “en el Perú, todo él se usó y usa traer esta coca en la boca y desde la mañana hasta que se van a dormir la traen, sin echarla de ella, la traen en su boca por sanidad y fuerza y fuerza y mantenimiento”[12].
Los ayllus aymara, del lago Titicaca, tenían plantaciones de cocales en los Yungas. Hay cronistas que cuentas que los incas obsequiaban coca a las autoridades que llegaban al Cuzco, esto era visto como una acción de reciprocidad entre los estados y los grupos dominados. La hoja de coca, junto a otros productos eran almacenados en algunos depósitos para ser utilizados en tiempos difíciles, en las guerras puntualmente y para se distribuida entre los indígenas durante los tiempos de paz, esto aliviaba las necesidades de las personas en caso que hubiese escasez de alimentos.
La hoja de coca tiene diferentes usos, si bien es cierto en el inconciente colectivo está que solo cumple funciones para la fuerza física y cansancio, también esta hoja sagrada es utilizada para otros fines de alimentación, así es el caso de la harina de coca. Al respecto hay tres cronistas que explican en sus escritos la preparación de coca para la alimentación por los tahuatinsuyanos.
Cieza de León dice,:..”pero sus platos (de los Incas) se traía de las comarcas siempre, muchos corderos, aves, pescado y maíz, coca, raíces, con todas las frutas que se cogen”. (1967:60)
Cristóbal de Molina menciona: “no dejaré de decir que todas las veces que los indios comían coca ofrecen al sol…” (1967:76),
Cobo dice…”era de tanta estimación su hoja, que solamente comían los reyes y nobles”…y luego agrega “ los polvos de esta hoja tomados de ordinario….con azúcar son contra el asma o ronquera del pecho”. (1550-1954-:215-216).
Como ya se menciona anteriormente, hay diferentes versiones en cuanto al uso restringido de la hoja sagrada, como aquella de Juan Matienzo, quien sostiene “la clases populares se encontraban excluidas del derecho de consumir la coca, siendo esto un acto que se reservaba sólo a los nobles y a los del imperio”[13].
Una vez que se consumó la conquista del imperio incaico, los llamados “hijos del sol”, les regalaron esta planta a los españoles, “Planta que sacia a los hambrientos, da fuerzas nuevas a quienes están fatigados o agotados y hace olvidar sus miserias a los desdichados”[14]. Al ir transcurriendo el tiempo, el uso de esta hoja comenzó a extenderse en las tierras conquistadas, en las que las autoridades de la colonia incentivaron entre los indígenas que trabajaran en las “encomiendas” y la explotación de las minas de plata, se cuenta que los hombres que masticaban las hojas de coca, comían menos y podían aguantar mejor el trabajo al cual estaban siendo sometidos.
Con respecto a esto, Gracilazo de la Vega decía: “De cuanta fuerza y utilidad sea la coca se colige que los indios que la mascan se muestran más fuertes y dispuestos para el trabajo; y muchas veces contentos con ella, trabajan todo el día sin comer”.
Sin embargo a medida que comienzan a conocer más sobre esta hoja sagrada, las formas de percibir las prácticas y uso de la hierba serán distintas, lo que llevará a debates y opiniones distintas entre sí, en tanto a su prohibición por ser considerada por algunos como “hoja del diablo”, (grupo ligado por el clero) en relación a sus prácticas religiosas que sin duda los sacerdotes y evangelizadores querían extirpar.
La coca, hoja que las culturas andinas cultivaban y a la cual se le otorgaban poderes divinos y de sanación, fue vista por la iglesia católica, como una hierba maligna, “hierba satánica”, otorgándole al uso de esta la responsabilidad de atentar no sólo contra las buenas costumbres y valores humanos, sino que además contra la moral cristiana.
Es así como el año 1551, en Perú, el Primer Concilio Provincial, se dirigió al rey de España para pedirle que sancione una cédula real que prohíba en las Indias españolas la producción, comercialización y el consumo de la hoja de coca, atribuyéndole al arbusto llamado cocal, más que poseer valores nutritivos, tenía propiedades satánicas, ya que los indígenas la usaban para fines maléficos, en la adoración o invocación de Satanás. Más tarde, el Segundo Concilio Provincial, en 1567, reafirmó el rechazo al consumo de la coca en el que incurrían los indígenas. En el título XIV de la Recopilación de Leyes de Indias se menciona: "Somos informados que de la costumbre que los indios del Perú tienen en el uso de la coca, y su granjería, se siguen grandes inconvenientes, por ser mucha parte de sus idolatrías, ceremonias y hechicerías, y fingen que trayéndola en la boca les da más fuerza, y vigor para el trabajo, que según afirman los experimentados es ilusión y Demonio, y en su beneficio perecen millares de indios, por ser cálida y enferma la parte donde se cría".
Con respecto a esto Juan de Matienzo cita que los prohibicionistas aseguraban que “El demonio les hace entender que la coca les da fuerza y quita el hambre para engañarles y hacer que les ofrezca”.
Esta posición comenzó a perder fuerza y vigencia, al constatarse que la coca podía ser utilizada para sustituir el alimento, ya que esta cuenta con un alto valor nutritivo. Por otro lado, los españoles, quienes tenían ansias de poder y estaban ávidos de riquezas, percibieron que el cultivo de esta hierba y comercialización podía transformarse en otra fuente que les permitiera obtener más riquezas.
Lo que comenzó, como un acto sagrado entre los incas, (masticación de la hoja de coca), se generalizó durante la época de la colonia y se introdujo en el trabajo de las minas, en las que los indígenas tenían que cumplir la jornada de trabajo al interior de estas, (mita), acción que fue impuesta por los colonizadores que tenían ansias de riquezas.
Desde ese momento el acto de masticar coca o “acullico” o en lengua quechua “pijcheo”, se mantuvo como una parte fundamental en la vida de quienes trabajaban de mineros, masticando las hojas de coca antes y después de explotar los socavones, esto los hacia resistir de mejor manera el cansancio el hambre y la sed.
En la segunda mitad del siglo XVI, tras el descubrimiento del cerro Rico de Potosí, comenzó la explotación masiva de la hoja de coca. Para esto se reclutó de forma forzada a muchos indígenas los que se fueron convirtiendo en importantes consumidores de coca, junto con los hombres que trabajaban en otros centros mineros, como Oruro, Chichas, Lípez y Porco. Desde ese momento, el cultivo y el consumo de la hoja de coca comenzaron a vivir un importantísimo y acelerado proceso expansivo.
El cronista español Polo de Ondegardo, mencionó en 1571, que en ese momento había 50 veces más plantaciones de cocales que en los tiempos cuando los incas regían el Perú. Por otro lado sostiene que el consumo y cultivo de la hoja sagrada para los indígenas, aumentaron significativamente, esto relacionado a que la producto de la invasión europea, se había producido una crisis de alimentos grave que causaba las privaciones nutricionales de la población indígena, y se recurrió a la hoja de coca para paliar esas deficiencias.
En el siglo XVII, la coca se consolida como uno de los productos con mayor difusión en el mercado colonial, su comercialización y por ende su cultivo comenzó a involucrar a distintos grupos de la sociedad virreinal. Además el estado la comenzó a incluir como elemento importante en el pago de tributos.
El Cuzco, durante ese mismo silgo, se convirtió en la primera zona productora de la hoja de coca, estando bajo jurisdicción del Virreinato de Lima.
En el libro de Magdalena Cajías, “La coca en la historia de Bolivia”, se menciona que desde fines del siglo XVI, había una cantidad considerable de españoles que tenían encomiendas de coca en la región de los Yungas de La Paz. Ya en el siglo XVII, se contaba con varias haciendas en la zona. Sin embargo a pesar de esto, muchos ayllus Yungueños seguían teniendo su plantaciones de cocales como también así algunas familias importantes de caciques indígenas, así es el caso de los Guarachi, quienes contaron con considerables extensiones de cultivo.
Durante el siglo XVII, la hoja de coca comienza también a ser utilizada como valor de cambio, a través de esta se podía obtener ganado y otros productos muy valorados. Fue así también como muchos indígenas se fueron convirtiendo en comerciantes de la hoja de coca, estos recibieron el nombre de “cocanis”. Los cocanis, trasladaban a lomo de animales, camélidos principalmente, o en sus propias espaldas por caminos de herraduras que iban desde los Yungas de La Paz hasta Potosí.
En el siglo XVIII, las haciendas de cocales de los Yungas se encontraba en un momento importante de prosperidad y contaban con un mercado asegurado. Fue así como junto a aquellas zonas que habían sido cultivadoras tradicionales de la hoja sagrada, comenzaron a aparecer plantaciones en las misiones, como la de Apolobamba, y en el valle de Cliza, (Cochabamba), posterior en los Yungas del Espíritu Santo, que se ubicaba en la entrada de Chapare cochabambino.
Ya a fines de siglo, a los indígenas consumidores de coca, se añadieron los criollos y los españoles que la utilizaban en mates para curar enfermedades respiratorias, dolores de muelas, fracturas de huesos, heridas. En las labores de la Independencia, la hoja de coca seguía significando un ingreso en alcabalas, diezmos, primicias y veintenas para el Estado, sobretodo para la región de La Paz, donde el impuesto a la hoja de los indígenas fue un rubro vital para la aduana y por ende su principal recurso económico.
Existe una leyenda aymara que fue recopilada en el año 1920, por Antonio Díaz Villamil, se dice por medio de la tradición oral en los pueblos indígenas andinos que esta leyenda es mucho más antigua, porque ha sido transmitida de generación en generación.
La leyenda cuenta que cuando los españoles llegaron hasta las regiones de los Andes, los entonces sabios indígenas se reunieron y le consultaron a su dios Inti, que es lo que pasaría. Frente a esta pregunta Inti les entrega una respuesta, diciendo que una época muy mala está llegando para el pueblo indígena. Menciona a el hombre blanco con ambición y mucha violencia, que los va a someter y esclavizar todo por el oro y la plata, ya que estos son los verdaderos dioses del hombre blanco.
Ese será un periodo de oscuridad, pero necesario para que el hombre busque la luz, momento que llegará un periodo de claridad. Para esta época triste y de oscuridad el dios Inti, lo único que les puede entregar es la hoja sagrada del cocal.
Les dice que tienen que masticar la hoja cuando tengan tristeza, cansancio, hambre o dolor, también que consulten a esta hoja lo que quieran ya que al ser esta parte de él, (Inti) la hoja de coca les responderá sus dudas y preguntas.
Luego y finalizando esta leyenda, viene lo que los ancianos en los Andes llaman el “guaca” que el dios Inti les mencionó. “pero si el hombre blanco se atreve a tocar la Coca, la Coca va a ser un veneno para su cuerpo y le va a cocinar locura para su mente.
7.- LA PREDICCION
Los sabios hombres
que miran más allá del resto de su pueblo
cuando llegan los malos tiempos,
el invierno,
Son recogidos por Dios
como semillas buenas
para sembrar en ellos.
Y a través de ellos en los hombres,
los alimentos que corresponden
a la nueva era a vivirse.
Alimentos para el cuerpo y para el espíritu.
Pues el espíritu se nutre
de conocimiento, de conciencia.
Así cuando el conquistador del norte
envuelto en sus hierros,
vino a conquistar un ser,
un pueblo nacido en el Ande,
en las montañas
templos naturales a Dios,
un escogido entre los sacerdotes
en un atardecer rojo sangre
escuchó la voz interna de EL
que habla así:
Amo mucho a mi hijo, a tu pueblo
porque obedeció mi mandato
y se mantuvo puro.
También por eso lo doté
de mucha sabiduría;
pero ahora el resto
de mi rebaño allende tu mundo
ha llegado.
No solo en cuerpo,
también en espíritu.
Por eso tus hermanos
están peleando entre ellos.
Los buscadores de oro ya están aquí
para oprimir el corazón
y clavar sus espinos de hierro en la carne.
Pero no debes olvidar que el dolor
es el receptáculo de la felicidad,
ella penetra en el corazón
por el camino que ha abierto el dolor.
Los tiempos que tocan vivir son esos.
Cavarás en el corazón de la tierra tu camino
como el gusano hace para sacar el oro y la plata
(dioses de barro que ha construido el hombre).
Pero en el fondo de esa búsqueda hallarás
las tinieblas y te perderás en ellas
y eso te hará ansiar la luz que quedo atrás.
Así mientras más desciendan
más ansias tendrán de subir
y podrán llegar a mi.
La pureza de tu corazón me ha conmovido
y por eso, para luchar contra la tiniebla
que yace en el fondo de la Pachamama
para soportar el frío, el hambre
y la tristeza de los corazones
separados de tu padre,
te daré un regalo para tus hermanos.
Sube a aquel alto cerro
donde encontrarás una pequeña planta,
pero de mucha fuerza.
Guarden con amor sus hojas
y cuando sientan dolor en su corazón,
hambre en su carne
y oscuridad en su mente...
llévenlas a su boca
y con dulzura extraigan su espíritu
que es parte del mío.
Obtendrán amor para su dolor
alimento para su cuerpo
y luz para su mente.
Y aún más...
observa el baile de esas hojas
con el viento y obtendrás respuestas
para tus preguntas.
Pero si tu verdugo llegado del norte,
el conquistador blanco,
el buscador de oro la tocara,
sólo encontrará en ella
veneno para su cuerpo
y locura para su mente.
Porque su corazón está tan endurecido
como su espada y su vestido de hierro.
Y cuando la COCA,
que es así como la llamarás,
intente ablandarlo,
sólo logrará romperlo
como los cristales de hielo
formados de las blandas nubes
que destruyen las rocas
y demuelen las montañas.
Antonio Díaz Villamíl
(Libre adaptación de Jorge Hurtado)
8.- CONCLUSION
Finalmente, una vez analizada la información recopilada, podemos decir que existe todo un entorno mágico ligado a la Coca y sus usos.
Los Pueblos Precolombinos la obtuvieron de una fuente divina, quién se las regaló como forma de ayudarlos a soportar los extremos rigores de su entorno, lo que se traduce finalmente en vivir. O sea para estos Pueblos la Coca es vida.
Esta afirmación nos explica mejor, por qué cuando la “Gran Potencia del Norte” decide intervenir en los cultivo de cocales en Bolivia, por ejemplo, gran parte de su población se opone y persiste en su cultivo. No es una cuestión netamente económica o que estos desconozcan los usos “ilícitos” que le pueden dar las mafias de narcotraficantes, al purificarla y extraerle el nuevo y codiciado “oro blanco”, la cocaína, dichos pueblos están plenamente conscientes. Lo que sucede es que estas gentes en su sabiduría y tradición saben también que este uso surge de la tradición oral transmitida por miles de años. Así como la Coca los ayuda, también los protege y destruye al invasor que impone sus normas a Pueblos tan o mas antiguos y que poseen los conocimientos para hacer el mejor provecho de ella.
En este sentir, no caben las manipulaciones tecnócratas, economicistas y manipuladoras, la Coca para ellos es vida y eso es lo más importante. Evo Morales, actual presidente de Bolivia, es un ejemplo de ello, proviene del mundo cocalero, aquel que no dejará morir la tradición y el conocimiento ancestral, sólo por el virtual y autoimpuesto, suicidio de jóvenes foráneos, que no saben hacer buen uso de los productos de la planta sagrada.
Debemos ahondar y profundizar el estudio de esta relación, estrecha y hermosa, entre los Pueblos Andinos y la Hoja Sagrada. Las conexiones van mas allá de un consumo pragmático, hay creencias, esperanza, viajes, tradiciones y lo que es más relevante, un protagonismo en la historia andina que les dice cual será su rol como pueblo y el papel de la Coca en el camino a recuperar el protagonismo de la historia latinoamericana, papel que nunca debieron perder.
9.- Bibliografía
Cajías, Fernado y Magdalena, La Historia de Bolivia, la Historia de la Coca Centro Italiano di Solidarieta, Roma, 1994.
Murra, Jogn, “La organización económica del Estado Inca, Siglo XXI, México, 1978.
NASA ESH´S. De los primeros cronistas españoles.
Revista El Espectador. “Así es el Plante” Modulo ¿Porqué son un problema los productos ilícitos?. Van Kessel, Juan, “La cosmovisión Aymara”
[1] Cita tomada del artículo tomado del libro La Historia de Bolivia, la Historia de la Coca, de Fernando y Magdalena Cajías, Centro Italiano di Solidarieta, Roma, 1994.
[2] Acullico: acto de masticar la coca.
[3] artículo tomado del libro La Historia de Bolivia, la Historia de la Coca, de Fernado y Magdalena Cajías, Centro Italiano di Solidarieta, Roma, 1994.
[4] Cita, realizada en clases, profesor José Bengóa.
[5] Dr. Juan Van Kessel, “La cosmovisión Aymara”
[6] Reciprocidad: dar recibir dar, concepto utilizado por Marcel Mauss.
[7] Dr. Juan Van Kessel, “La cosmovisión Aymara
[8] Dr. Juan Van Kessel, “La cosmovisión Aymara
[9] Koka Kintu: nombre que recibe la hoja de coca en los Andes.
[10] NASA ESH´S. De los primeros cronistas españoles. Pág. 1.
[11] Revista El Espectador. “Así es el Plante” Modulo ¿Porqué son un problema los productos ilícitos?. Pág. 142. Bogotá 1996.
[12] NASA ESH´S. De los primeros cronistas españoles. Pág. 5.
[13] artículo tomado del libro La Historia de Bolivia, la Historia de la Coca, de Fernado y Magdalena Cajías, Centro Italiano di Solidarieta, Roma, 1994.
[14] NASA ESH´S. De los primeros cronistas españoles.
Antropologa Sociocultural
KOKA KINTU: HOJA DE COCA
“EL REGALO DE LOS DIOSES”
INDICE
1.- Introducción
2.- La coca, hoja sagrada de los pueblos andinos
3.- Cronología de los pueblos andinos
4.- Hitos relevantes
4.1.- Influencia Tiahanaco
4.2.- Imperio y señorios Inca
4.3.- Conquista Inca
4.4.- Conquista Española
5.- Cosmovisión de los pueblos andinos
6.- El encuentro de la hoja sagrada con los hombres de España
7.- La Predicción
8.- Conclusión
9.- Bibliografía
1.- Introducción
El presente escrito pretende indagar, en términos más bien etnológicos, el origen y relación de la Coca con los pueblos andinos precolombinos.
En primer lugar explicaré el origen de la planta y los usos dados por los pueblos precolombinos, así también como el “conquistador” español, usó y abusó de ella, para imponer su autoridad a dichos pueblos.
En una segunda parte ahondaré en el significado que tiene para los pueblos precolombinos el uso de esta planta. Este va mas allá de un uso netamente medicinal o sicotrópico, ya que por ser un regalo divino, involucra casi todas las actividades de su vida diaria, ayudándolos a soportar los rigores extremos que le impone su entorno.
También abordaré el origen de estos pueblos, como una forma de contextualizar el uso de la Coca. Entregando antecedentes de la influencia de cada uno de estos pueblos y su estrecha relación con esta planta sagrada
La Coca, motivo de este trabajo, encierra muchos secretos que aún no han sido desentrañados. Desde su origen y hasta la utilización industrial están basados en historias que van más allá del simple conocimiento farmacológico. Mi idea es mostrar, por lo menos en términos generales, las aristas de la historia que se ha construido en torno a ella y que la llamada “civilización occidental” aún desconoce.
2.- “LA COCA”, HOJA SAGRADA DE LOS PUEBLOS ANDINOS.
La coca es una de las plantas domésticas más antiguas en América Latina. Desde hace más de 4000 años, la coca ha sido utilizada por los grupos indígenas. El masticado de esta hoja ha sido de uso rutinario de los pueblos andinos hasta el día de hoy, también la hoja de coca ha sido utilizada para rituales y para usos medicinales, siendo considerara desde siempre como un medio utilizado para poder resistir mejor el trabajo físico.
La coca, se cosecha cuatro veces al año, es un arbusto originario de América del Sur, que recibe el nombre de cocal. Los indígenas de Latinoamérica lo cultivaban desde tiempos ancestrales, en la actualidad siguen haciéndolo, aunque también se cultiva en otros países tropicales y subtropicales (Jamaica, Indonesia y Australia).
Los indígenas solían hacer un alto en su trabajo cotidiano para masticar hojas de coca, las que mezclaban con saliva y “lejía”, manteniéndola así por ratos entre los molares y la cara interna de la mejilla. De esta manera se podía extraer el jugo de dicha hoja, y esta al pasar por la sangre a través de las membranas mucosas de la boca, hacían que la lengua y el carrillo quedarán dormidos.
Existen diferentes aportes de antropólogos e etnohistoriadores que basándose en crónicas españolas, plantean en cuanto al uso de la hoja de coca en tiempo precolombinos dos tipos de análisis.
Por un lado, no se le da gran importancia de la utilización de la hoja sagrada en las culturas andinas antes de su cultivo organizado por el Estado Inca. La otra postura es aquella que considera que la hoja de coca fue un producto que tuvo un gran significado y uso en pueblos andinos, sobretodos aquellos aymara, mucho antes de la dominación o conquista incaica, al parecer este último aporte es el que cuenta con argumentos más sólidos que el anterior.
Jhon Murra, (1978:249) menciona, “los incas contaron con zonas dedicadas al cultivo de la coca que estaban bajo su control, así como los mitimaes, llamados “camayos”, enviados a los valles de “cararla” y recogerla. Asimismo, parece ser que la coca cumplió la función de valor de cambio en un contexto de ausencia de moneda y reglas andinas de circulación de bienes de consumo”[1]
El cronista Garcia Diez, menciona que desde antes del incanato, ya ayllus aymaras del reino Lupaca, contaban con plantaciones de cocales en sus tierras de Chicaloma o Chicaruma, ubicado en los Yungas, lo que hoy es departamento de La Paz.
Las evidencias arqueológicas, han rescatado la más antigua muestra de masticación de la hoja sagrada para los andinos. Tanto al norte del Perú, como en Bolivia y norte de Chile, se muestran el uso de esta planta, así también en la cultura Valdivia que se desarrolló al sureste del Ecuador. La hoja de coca se extendió desde Argentina hasta América Central, incluyendo además en estos grupos que la utilizaban en las islas caribeñas.
En excavaciones, en el norte del Perú, se han encontrado figuras de posibles sacerdotes con la mejilla dilatada por el acullico[2].
En cuanto a la cultura Tiahuanaco, Ponca Sanjinés menciona: “en cuarto periodo de la cultura tiahuanacota, el comercio de coca entre los Yungas y el altiplano ya se había generalizado. Sin embargo, es en relación a los señoríos aymara que se encuentra más informaciones sobre el cultivo y uso de la coca, la mayoría de las cuales provienen de fuentes españolas tempranas”.[3]
Si bien es cierto en un principio la hoja de la coca, fue utilizada por los aymaras y quechuas con fines ceremoniales, medicinales y de alimentación. Al ser descubierta por los españoles a su llegada a tierras Americanas, específicamente al Tawantinsuyu, ya pueden observar en las prácticas culturales de los pueblos andinos, la presencia de esta hoja o hierba, la que hasta entonces era desconocida para ellos, estos se pueden percatar de que existían cultivos de esta hoja, situación que llamó profundamente su atención y los llevó a comenzar a averiguar sobre sus usos y características.
En la hoja de sagrada de los andinos, pudieron encontrar otro nicho de riqueza ya que a través de esta podían aprovechar al máximo el trabajo y fuerza física de los indígenas que trabajaran para ellos durante la conquista, todo esto motivado por las grandes ansias de poder que tenían los conquistadores.
Por otro lado la hoja sagrada fue llevada a Europa junto al café y el tabaco, todo esto motivado por la sensación de bienestar que les producía y que les permitía superar el cansancio, el hambre y el frío.
3.- CRONOLOGÍA DE LOS PUEBLOS ANDINOS
Los pueblos Andinos, reciben ese nombre por su ubicación a lo largo del cordón de la cordillera de los Andes. Estos pueblos presentaron un desarrollo que a la llegada de los españoles en el siglo XV los deslumbro. Pueblos que alcanzaron grandes avances y que contaban con organización socio-política, quienes desarrollaron la agricultura en eras y andenes, como también la crianza de camélidos como llamas y alpacas, siendo además poseedores de riquezas como el oro y la plata, desde antes de la era cristiana.
El mundo andino presenta dos regiones contrapuestas. Una de ellas es la costa, árida pero habitable, en la otra parte baja de las cuencas fluviales, que se enlazan con la zona ecuatoriana. Otra es la meseta andina, con clima muy peculiar y con interesantes atractivos.
En la zona andina se desarrolló la cultura de Tiahuanaco, en un sector junto al lago Titicaca, a una altitud que bordea los 4.000 metros y que obliga a adaptarse a condiciones difíciles.
A pesar de esta información, al hablar de las épocas y tiempos en cuanto a las culturas andinas no existe precisión en decir cual de todas estas fueron las primeras o las más antiguas, pero la cronología que hoy se acepta puede resumirse de la siguiente forma.
La primera etapa es plenamente prehistórica, de viejos cazadores, desde el 7000 al 3000 a. de j.c. Después hacia casi el año 1000 a. de j.c. tenemos la primera fase agrícola. Empieza entonces la etapas denominadas Formativa o Período inicial (2000-500 a. j.c.), Horizonte temprano (500-200 a. de j.c.) con las culturas Chapín y Paracas, Intermedio Temprano (200 a. de j.c. -500 d. de j.c.) con las culturas Nazca y Mochica, el Horizonte Medio (550-1000 d. de j.c.) con las culturas Tiahuanaco y Huari, Intermedio Tardío (1000 – 1450 d. de j.c.) con la cultura Chimú, y el Tercer Horizonte o período incaico propiamente tal (1450-1553 d. de j.c.).
4.- HITOS RELEVANTES
4.1.- INFLUENCIA TIAHUANACO
La meseta en su zona meridional presenta dos focos, uno es el Cuzco y otro alrededor del Titicaca. En este último se halla, hacia el 500 a. de j.c., la cultura Chiripa, a la que la sigue la de Tiahuanaco, que habrá de alcanzar una extensión considerable en varios sentidos.
La fase clásica de Tiahuanaco hay que atribuirla a los primeros siglos de nuestra era y en la segunda mitad del primer milenio se encuentra ya ante la decadencia esta cultura, la que se extendió por el año 500 por la región del Cuzco, en la que, a partir del año 1000, la cultura inca se desarrolla intensamente. Al mismo tiempo, en su región original, junto al lago Titicaca, se forman fases locales, por ejemplo aquellas que tiene como característica la presencia de las chullpas, (torres funerarias levantadas por aymaras)
Los pueblos aymara, han formado en la historia parte de un pueblo andino milenario, estos en la actualidad se extienden desde las orillas del lago Titicaca en Bolivia, pasando por el altiplano de este mismo, el cordón cordillerano de la primera región de Chile y terminando en el noroeste Argentino.
4.2.- IMPERIOS Y SEÑORIOS INDÍGENAS
En el año 500 de nuestra era, comienzan a perder hegemonía algunos de los pueblos originarios de latino América, es así como se forman distintos estados que comienzan a dominar a otros pueblos. Ejemplo los Wari que colonizaran desde Arequipa hasta el Cuzco por la sierra.
En los años 1000 aproximadamente, los imperios comienzan a desintegrarse y nacerá el estado Yaro, desde esté se desarrollan distintos señoríos y organizaciones menores.
En Tiwanaku, se verá lo mismo, al igual que en los reinos anteriores, van a surgir distintos señoríos, entre los que destacan los siguientes: Lupacas, Collas, Omasuyos, Canas, Canchiz, Pacajes, Quillagua, Collaguas, Ubinas, Lipez y Carangas, estos dos últimos ejercieron gran influencia en el norte de Chile. Estos señoríos se van a ir expandiendo de manera lenta hacia otras regiones de los Andes, lo que actualmente conocemos como Perú, Bolivia, Argentina y Chile.
En Chile principalmente, esto gracias a evidencias arqueológicas, se denota que quienes ocuparon el territorio norte del país fueron los pacajes, carangas y lupacas, principalmente en las lomas fronterizas, en valles y costas hasta el Salar de Surire.
4.3.- CONQUISTA INCA
Los pueblos aymaras fueron conquistados desde aproximadamente el año 1500 d.c., desde entonces sus “invasores” sería el Imperio Inca, de esta manera estos pueblos o grupos étnicos pasaron a formar parte del Tawantisuyu, (Tawantisuyu: Palabra Quechua que significa, tierra de los cuatro cuarteles o de las cuatro partes o bien imperio de las Cuatro regiones, las que corresponden a los cuatro “suyus” (regiones) siendo estas las siguientes: Chinchaisuyu (norte: nombre por el pueblo Chincha que comprendía la mayor parte del Perú central y norte, llegando hasta el Ecuador)., Antisuyu (este: todas las montañas que hay desde Puerto Viejo al río de la Plata y los indios de esa zona que vivían en los Andes). Kuntisuyu (Oeste: los indígenas de esa zona eran llamados Condes, esto abarca parte del Perú, Cuzco, Ica y Moquegua básicamente), Kullasuyu (Sur:, sector habitado por indígenas llamados Collas, esto abarca desde la cuenca del Titicaca, actual Bolivia, la mitad de Chile y parte andina de la Argentina.).
A pesar de ser conquistados estos grupos por los Incas, los indígenas nunca perdieron su propia cultura, es decir su propia cosmovisión, organización social, forma de vida y economía, sin embargo debían pagar tributo en productos agrícolas, artesanales y mano de obra para construir caminos, puentes y obras de riego.
4.4.- CONQUISTA ESPAÑOLA
El año 1532, comienza la dominación española o hispana al Tawantisuyu, esta va a abarcar además todos aquellos reinos que formaron parte de la dominación Inca, cabe mencionar que en estos se incluyen los grupos étnicos que se ubicaban en el Kullasuyu, ósea parte de Bolivia, Chile y Argentina. Todos estos pueblos pasaron a formar parte del reino Español, más tarde con el desarrollo de las constitución de los Estados naciones, cada uno de estos pueblos pasará a formar parte de países distintos, ya no se verá para el resto de los habitantes de estos tres países como una sola gran etnia o pueblo indígena.
Sin embargo, actualmente en pueblos de origen aymara sobretodo en la frontera Chileno-Boliviana, esto no será visto de esa manera, puesto que muchos de estos se auto reconocen e identifican como una sola etnia, no son indígenas chilenos ni bolivianos, si no más bien corresponden a una sola gran cultura que es la aymara
5.- COSMOVISIÓN O VISION DE MUNDO DE LOS PUEBLOS ANDINOS
Podríamos decir que en casi todas las culturas latinoamericanas la hoja de coca ha sido utilizada, desde la cultura Coclé en Panamá, pasando por Colombia en las culturas Capulla y Tairones, la cultura Moche, la quechua en Perú, la Aymará en Tiahuanaco y otros pequeños grupos en el Amazona. En muchas de estas culturas, sigue siendo utilizada la hoja de coca, esto responde a sus bondades medicinales, como también a las características propias de la cosmovisión de las culturas andinas.
Ahora bien, “todo tiene sentido y explicación dentro de su contexto”[4], menciono esto ya que si bien es cierto el uso de la hoja de coca por los pueblos andinos, es una práctica milenaria, esto sin duda responde a un contexto cultural, por esa razón creo necesario conocer algo más sobre la cosmovisión de los pueblos de los Andes.
Los pueblos andinos se autodefinen en estrecha relación con su hábitat, ósea con su entorno natural.
Al hablar de cosmovisión, podemos entender la visión mito-logizada de su geografía, es decir todo lo que forma parte de ellos: su propia historia, tradiciones, costumbres, en otras palabras su universo espiritual, este va a estar orientado siempre por su medio ambiente y quien les dará un modelo a su propio mundo entregándoles las explicaciones y el verdadero sentido a su existencia.
“El hábitat de los aymaras, su pertenencia al pueblo milenario andino y los impactos históricos que sufrieron, explican en parte esta cosmovisión. Su vitalidad, flexibilidad y resistencia se deben a un factor no material, como es la creatividad del pueblo aymara que supo dar siempre sentido positivo a los fenómenos decisivos, aun a los más duros, que impactaron su existencia milenaria” Dr. Juan Van Kessel
Las comunidades indígenas aymara, han configurado su visión de mundo de manera sagrada en cultos religiosos que son expresados en rituales ancestrales en sus celebraciones religiosas. Sus costumbre están centradas en algunos puntos que paso a definir a continuación.
Los MALLCUS: estos corresponden a los espíritus de las montañas nevadas, que circundan sus pueblos.
La PACHAMAMA: nombre que recibe la madre tierra, a esta se le celebra en su propio lugar de origen, es decir en sus propios pueblos. Esta es venerada como la madre fértil universal que permite que toda la vida del mundo tenga alimento y subsistencia.
El AMARU: O serpiente, esta se vincula directamente con la economía de las aguas, de los ríos y canales de irrigación de las tierras agrícolas superiores e inferiores a los 2.000 o 3.000 m.s.n.m.
Estos tres elementos serán los elementos que conforman el llamado ACAPACHA, o “este sentido de mundo” en el que la sociedad aymara se desarrollará.
El ACAPACHA, es el que corresponde al espacio físico temporal del espacio (orden existente aymara), este está compuesto entonces por el Mallku, Pachamama y el Amaru.
Esta cosmovisión va a llevar a valorar el principio ético y práctico del justo equilibrio, o dicho en aymara “tinku”, un equilibrio o tinku entre dos polos, o extremos sociales, ecológicos, políticos y económicos.
El hombre que es sabio va justamente a llevar una vida acertada en el Acapacha, es en este donde va a ajustar su existencia y todo su comportamiento en un justo equilibrio entre estos dos extremos o polos opuestos, ósea entre el Araj saya que es de donde nace el sol, la vida, el agua, la luz y el Manqha saya, que corresponde donde muere el sol, desembocan las aguas y se dirigen los muertos. Dos mitades, una de luz y otra de sombra, una de vida y otra de muerte, lo que esta arriba y lo que está abajo, el hombre andino es el llamado a vivir en equilibrio o Tinku en el Acapacha, “Así se está bien con Dios y con el Diablo”[5]
En cuanto a la visión de los pueblos andinos, el concepto de reciprocidad[6] se hace presente en todas sus prácticas, esta idea de “dar-recibir-dar”. Para los indígenas la vida se sustenta en esta relación, esta especie de cadena. La reciprocidad es característica de muchos pueblos prehispánicos. Este concepto abarca todas las relaciones. Tanto en los seres humanos entre sí, como entre estos mismos y la naturaleza, así también en sus relaciones con los ancestros y los espíritus. En los Andes, puntualmente, la intermediaria es la hoja de coca.
En todas las relaciones de amistad, sociales, familiares, etc., el indígena si considera a una persona le invita coca, esto es un signo de amistad y de buenas intenciones tanto como de igualdad.
La hoja de coca, ha sido utilizada también por tiempo, en celebraciones como matrimonios, bautizos, fiestas tradicionales, rituales de cosecha y siembra, entre otros. La hoja de coca cumple un rol fundamental en las relaciones de los pueblos andinos, de esta manera se puede decir que también constituye un medio de cohesión social en el mundo andino.
Pero masticar la hoja de coca, significa también: “traer los dioses al presente, porque la hoja de coca es la hoja sagrada”[7].
En el tema de la muerte, también la hoja de la coca, cumple un rol fundamental, ya que esta sirve de guía para ese espíritu que parte. En los rituales la hoja de coca ha estado presente desde siempre, “solo ella, sabe del pasado, de los antepasados, del presente, del futuro y de la muerte. Sabe lo de arriba, pues se contacta con los espíritus de arriba y de abajo”[8].
La hoja de coca, o KOKA KINTU[9], es primordial en la vida del hombre andino. Para estos pueblos, la coca es el regalo que les hizo Inti-sol, desde acá nace el valor mágico que esta cumple en los rituales, ya que puede aconsejar y entregar visiones o conocimientos especiales.
La coca, también es depositada como ofrenda en ciertos lugares determinados una vez que ya se ha utilizado en ceremonias, esto es con la finalidad de recibir protección y propiciar las buenas cosechas. La Koka Kintu, a pesar de ser por siglos la hoja sagrada de los pueblos andinos, y ha sido utilizada por ellos para el alma y el cuerpo, se cuenta a través de tradicional oral que está cayó en desgracia por primera vez, cuando fue descubierta por los españoles y la segunda vez cuando se descubrió uno de sus contenidos.
6.- EL ENCUENTRO DE LA HOJA SAGRADA CON LOS HOMBRES DE ESPAÑA.
Como mencionaba anteriormente, la hoja de coca, ha sido la hoja sagrada de los pueblos indígenas de los Andes, desde tiempos milenarios.
A la llegada de Francisco Pizarro, hasta el imperio de los incas (1533), pudo constatar que los indígenas solían masticar las hojas secas de un arbusto. Los cronistas que acompañaban a los conquistadores, dejan una constancia de que el uso de esta hoja, era un derecho divino que solo le correspondía a las personas importantes del Tawantinsuyo.
Víctor Montoya, menciona en su articulo “coca y cocaína”: “En efecto los incas prohibían el uso de la coca entre las castas inferiores de su imperio y la prescribían sólo en casos especiales”.
El Inca Garcilaso de la Vega, cronista e historiador peruano, ratifica esta afirmación en uno de sus escritos, mencionando: "...la yerba llamada coca, que los indios comen, la cual entonces no era tan común como ahora, porque no la comía sino el Inca y sus parientes y algunos curacas (autoridades indígenas), a quienes el rey, por mucho favor y merced, enviaba algunos cestos de ellas por año
Algunos cronistas españoles al describir los primeros pasos por tierras andinas de los conquistadores, dedicaron páginas que mostraban ya las costumbres de los indígenas andinos. Así es el caso de quien señala lo siguiente: “En ciertos valles entre las montañas el calor es maravilloso y allí crece una hierba llamada Coca, que los indígenas aprecian más que el oro y la plata, la virtud de esta hierba es que cualquier hombre que tenga éstas hojas en la boca; no padece ni de hambre ni de sed”[10]. Esto da cuenta de que la hoja de coca, fue utilizada desde antes de la llegada de los españoles y que sin duda esta practica llamó la atención de aquellos que veían de manera extraña las prácticas utilizadas por los indígenas.
Ya es sabido, en cuanto a la percepción que muchos españoles conquistadores, tenían de las prácticas de los hombres indígenas de América, es así, como la idea, en tanto al “otro” indígena y su uso habitual de la hoja sagrada de la coca, altera en cierta forma a muchos de estos primeros conquistadores.
En el año 1499, Américo Vespucio relata que en la península de la Guajira, vio como unos nativos masticando hoja de coca, “muy feos gestos y cara que tenían los carrillos llenos por dentro de una yerba verde que rumiaban continuamente como bestias, llevando cada uno dos calabazas, una llena de aquella hierba y otra con una harina blanca que parecía yeso en polvo y de cuando en cuando con un palillo que tenían mojándolo con la boca, lo metían en la harina y después lo metían en la boca, enharinando la hierba que tenían en la boca, y esto lo hacían muy a menudo y maravillados de tal cosa no podíamos entender el secreto ni con que fin lo hacían así”[11]. Si bien es cierto, Américo Vespucio, hace referencia al uso de la hoja de coca, su comentario responde a la ignorancia frente a una práctica común y cotidiana dentro de los hombres de los Andes.
Por otro lado, De las Casas dice que los naturales “en el Perú, todo él se usó y usa traer esta coca en la boca y desde la mañana hasta que se van a dormir la traen, sin echarla de ella, la traen en su boca por sanidad y fuerza y fuerza y mantenimiento”[12].
Los ayllus aymara, del lago Titicaca, tenían plantaciones de cocales en los Yungas. Hay cronistas que cuentas que los incas obsequiaban coca a las autoridades que llegaban al Cuzco, esto era visto como una acción de reciprocidad entre los estados y los grupos dominados. La hoja de coca, junto a otros productos eran almacenados en algunos depósitos para ser utilizados en tiempos difíciles, en las guerras puntualmente y para se distribuida entre los indígenas durante los tiempos de paz, esto aliviaba las necesidades de las personas en caso que hubiese escasez de alimentos.
La hoja de coca tiene diferentes usos, si bien es cierto en el inconciente colectivo está que solo cumple funciones para la fuerza física y cansancio, también esta hoja sagrada es utilizada para otros fines de alimentación, así es el caso de la harina de coca. Al respecto hay tres cronistas que explican en sus escritos la preparación de coca para la alimentación por los tahuatinsuyanos.
Cieza de León dice,:..”pero sus platos (de los Incas) se traía de las comarcas siempre, muchos corderos, aves, pescado y maíz, coca, raíces, con todas las frutas que se cogen”. (1967:60)
Cristóbal de Molina menciona: “no dejaré de decir que todas las veces que los indios comían coca ofrecen al sol…” (1967:76),
Cobo dice…”era de tanta estimación su hoja, que solamente comían los reyes y nobles”…y luego agrega “ los polvos de esta hoja tomados de ordinario….con azúcar son contra el asma o ronquera del pecho”. (1550-1954-:215-216).
Como ya se menciona anteriormente, hay diferentes versiones en cuanto al uso restringido de la hoja sagrada, como aquella de Juan Matienzo, quien sostiene “la clases populares se encontraban excluidas del derecho de consumir la coca, siendo esto un acto que se reservaba sólo a los nobles y a los del imperio”[13].
Una vez que se consumó la conquista del imperio incaico, los llamados “hijos del sol”, les regalaron esta planta a los españoles, “Planta que sacia a los hambrientos, da fuerzas nuevas a quienes están fatigados o agotados y hace olvidar sus miserias a los desdichados”[14]. Al ir transcurriendo el tiempo, el uso de esta hoja comenzó a extenderse en las tierras conquistadas, en las que las autoridades de la colonia incentivaron entre los indígenas que trabajaran en las “encomiendas” y la explotación de las minas de plata, se cuenta que los hombres que masticaban las hojas de coca, comían menos y podían aguantar mejor el trabajo al cual estaban siendo sometidos.
Con respecto a esto, Gracilazo de la Vega decía: “De cuanta fuerza y utilidad sea la coca se colige que los indios que la mascan se muestran más fuertes y dispuestos para el trabajo; y muchas veces contentos con ella, trabajan todo el día sin comer”.
Sin embargo a medida que comienzan a conocer más sobre esta hoja sagrada, las formas de percibir las prácticas y uso de la hierba serán distintas, lo que llevará a debates y opiniones distintas entre sí, en tanto a su prohibición por ser considerada por algunos como “hoja del diablo”, (grupo ligado por el clero) en relación a sus prácticas religiosas que sin duda los sacerdotes y evangelizadores querían extirpar.
La coca, hoja que las culturas andinas cultivaban y a la cual se le otorgaban poderes divinos y de sanación, fue vista por la iglesia católica, como una hierba maligna, “hierba satánica”, otorgándole al uso de esta la responsabilidad de atentar no sólo contra las buenas costumbres y valores humanos, sino que además contra la moral cristiana.
Es así como el año 1551, en Perú, el Primer Concilio Provincial, se dirigió al rey de España para pedirle que sancione una cédula real que prohíba en las Indias españolas la producción, comercialización y el consumo de la hoja de coca, atribuyéndole al arbusto llamado cocal, más que poseer valores nutritivos, tenía propiedades satánicas, ya que los indígenas la usaban para fines maléficos, en la adoración o invocación de Satanás. Más tarde, el Segundo Concilio Provincial, en 1567, reafirmó el rechazo al consumo de la coca en el que incurrían los indígenas. En el título XIV de la Recopilación de Leyes de Indias se menciona: "Somos informados que de la costumbre que los indios del Perú tienen en el uso de la coca, y su granjería, se siguen grandes inconvenientes, por ser mucha parte de sus idolatrías, ceremonias y hechicerías, y fingen que trayéndola en la boca les da más fuerza, y vigor para el trabajo, que según afirman los experimentados es ilusión y Demonio, y en su beneficio perecen millares de indios, por ser cálida y enferma la parte donde se cría".
Con respecto a esto Juan de Matienzo cita que los prohibicionistas aseguraban que “El demonio les hace entender que la coca les da fuerza y quita el hambre para engañarles y hacer que les ofrezca”.
Esta posición comenzó a perder fuerza y vigencia, al constatarse que la coca podía ser utilizada para sustituir el alimento, ya que esta cuenta con un alto valor nutritivo. Por otro lado, los españoles, quienes tenían ansias de poder y estaban ávidos de riquezas, percibieron que el cultivo de esta hierba y comercialización podía transformarse en otra fuente que les permitiera obtener más riquezas.
Lo que comenzó, como un acto sagrado entre los incas, (masticación de la hoja de coca), se generalizó durante la época de la colonia y se introdujo en el trabajo de las minas, en las que los indígenas tenían que cumplir la jornada de trabajo al interior de estas, (mita), acción que fue impuesta por los colonizadores que tenían ansias de riquezas.
Desde ese momento el acto de masticar coca o “acullico” o en lengua quechua “pijcheo”, se mantuvo como una parte fundamental en la vida de quienes trabajaban de mineros, masticando las hojas de coca antes y después de explotar los socavones, esto los hacia resistir de mejor manera el cansancio el hambre y la sed.
En la segunda mitad del siglo XVI, tras el descubrimiento del cerro Rico de Potosí, comenzó la explotación masiva de la hoja de coca. Para esto se reclutó de forma forzada a muchos indígenas los que se fueron convirtiendo en importantes consumidores de coca, junto con los hombres que trabajaban en otros centros mineros, como Oruro, Chichas, Lípez y Porco. Desde ese momento, el cultivo y el consumo de la hoja de coca comenzaron a vivir un importantísimo y acelerado proceso expansivo.
El cronista español Polo de Ondegardo, mencionó en 1571, que en ese momento había 50 veces más plantaciones de cocales que en los tiempos cuando los incas regían el Perú. Por otro lado sostiene que el consumo y cultivo de la hoja sagrada para los indígenas, aumentaron significativamente, esto relacionado a que la producto de la invasión europea, se había producido una crisis de alimentos grave que causaba las privaciones nutricionales de la población indígena, y se recurrió a la hoja de coca para paliar esas deficiencias.
En el siglo XVII, la coca se consolida como uno de los productos con mayor difusión en el mercado colonial, su comercialización y por ende su cultivo comenzó a involucrar a distintos grupos de la sociedad virreinal. Además el estado la comenzó a incluir como elemento importante en el pago de tributos.
El Cuzco, durante ese mismo silgo, se convirtió en la primera zona productora de la hoja de coca, estando bajo jurisdicción del Virreinato de Lima.
En el libro de Magdalena Cajías, “La coca en la historia de Bolivia”, se menciona que desde fines del siglo XVI, había una cantidad considerable de españoles que tenían encomiendas de coca en la región de los Yungas de La Paz. Ya en el siglo XVII, se contaba con varias haciendas en la zona. Sin embargo a pesar de esto, muchos ayllus Yungueños seguían teniendo su plantaciones de cocales como también así algunas familias importantes de caciques indígenas, así es el caso de los Guarachi, quienes contaron con considerables extensiones de cultivo.
Durante el siglo XVII, la hoja de coca comienza también a ser utilizada como valor de cambio, a través de esta se podía obtener ganado y otros productos muy valorados. Fue así también como muchos indígenas se fueron convirtiendo en comerciantes de la hoja de coca, estos recibieron el nombre de “cocanis”. Los cocanis, trasladaban a lomo de animales, camélidos principalmente, o en sus propias espaldas por caminos de herraduras que iban desde los Yungas de La Paz hasta Potosí.
En el siglo XVIII, las haciendas de cocales de los Yungas se encontraba en un momento importante de prosperidad y contaban con un mercado asegurado. Fue así como junto a aquellas zonas que habían sido cultivadoras tradicionales de la hoja sagrada, comenzaron a aparecer plantaciones en las misiones, como la de Apolobamba, y en el valle de Cliza, (Cochabamba), posterior en los Yungas del Espíritu Santo, que se ubicaba en la entrada de Chapare cochabambino.
Ya a fines de siglo, a los indígenas consumidores de coca, se añadieron los criollos y los españoles que la utilizaban en mates para curar enfermedades respiratorias, dolores de muelas, fracturas de huesos, heridas. En las labores de la Independencia, la hoja de coca seguía significando un ingreso en alcabalas, diezmos, primicias y veintenas para el Estado, sobretodo para la región de La Paz, donde el impuesto a la hoja de los indígenas fue un rubro vital para la aduana y por ende su principal recurso económico.
Existe una leyenda aymara que fue recopilada en el año 1920, por Antonio Díaz Villamil, se dice por medio de la tradición oral en los pueblos indígenas andinos que esta leyenda es mucho más antigua, porque ha sido transmitida de generación en generación.
La leyenda cuenta que cuando los españoles llegaron hasta las regiones de los Andes, los entonces sabios indígenas se reunieron y le consultaron a su dios Inti, que es lo que pasaría. Frente a esta pregunta Inti les entrega una respuesta, diciendo que una época muy mala está llegando para el pueblo indígena. Menciona a el hombre blanco con ambición y mucha violencia, que los va a someter y esclavizar todo por el oro y la plata, ya que estos son los verdaderos dioses del hombre blanco.
Ese será un periodo de oscuridad, pero necesario para que el hombre busque la luz, momento que llegará un periodo de claridad. Para esta época triste y de oscuridad el dios Inti, lo único que les puede entregar es la hoja sagrada del cocal.
Les dice que tienen que masticar la hoja cuando tengan tristeza, cansancio, hambre o dolor, también que consulten a esta hoja lo que quieran ya que al ser esta parte de él, (Inti) la hoja de coca les responderá sus dudas y preguntas.
Luego y finalizando esta leyenda, viene lo que los ancianos en los Andes llaman el “guaca” que el dios Inti les mencionó. “pero si el hombre blanco se atreve a tocar la Coca, la Coca va a ser un veneno para su cuerpo y le va a cocinar locura para su mente.
7.- LA PREDICCION
Los sabios hombres
que miran más allá del resto de su pueblo
cuando llegan los malos tiempos,
el invierno,
Son recogidos por Dios
como semillas buenas
para sembrar en ellos.
Y a través de ellos en los hombres,
los alimentos que corresponden
a la nueva era a vivirse.
Alimentos para el cuerpo y para el espíritu.
Pues el espíritu se nutre
de conocimiento, de conciencia.
Así cuando el conquistador del norte
envuelto en sus hierros,
vino a conquistar un ser,
un pueblo nacido en el Ande,
en las montañas
templos naturales a Dios,
un escogido entre los sacerdotes
en un atardecer rojo sangre
escuchó la voz interna de EL
que habla así:
Amo mucho a mi hijo, a tu pueblo
porque obedeció mi mandato
y se mantuvo puro.
También por eso lo doté
de mucha sabiduría;
pero ahora el resto
de mi rebaño allende tu mundo
ha llegado.
No solo en cuerpo,
también en espíritu.
Por eso tus hermanos
están peleando entre ellos.
Los buscadores de oro ya están aquí
para oprimir el corazón
y clavar sus espinos de hierro en la carne.
Pero no debes olvidar que el dolor
es el receptáculo de la felicidad,
ella penetra en el corazón
por el camino que ha abierto el dolor.
Los tiempos que tocan vivir son esos.
Cavarás en el corazón de la tierra tu camino
como el gusano hace para sacar el oro y la plata
(dioses de barro que ha construido el hombre).
Pero en el fondo de esa búsqueda hallarás
las tinieblas y te perderás en ellas
y eso te hará ansiar la luz que quedo atrás.
Así mientras más desciendan
más ansias tendrán de subir
y podrán llegar a mi.
La pureza de tu corazón me ha conmovido
y por eso, para luchar contra la tiniebla
que yace en el fondo de la Pachamama
para soportar el frío, el hambre
y la tristeza de los corazones
separados de tu padre,
te daré un regalo para tus hermanos.
Sube a aquel alto cerro
donde encontrarás una pequeña planta,
pero de mucha fuerza.
Guarden con amor sus hojas
y cuando sientan dolor en su corazón,
hambre en su carne
y oscuridad en su mente...
llévenlas a su boca
y con dulzura extraigan su espíritu
que es parte del mío.
Obtendrán amor para su dolor
alimento para su cuerpo
y luz para su mente.
Y aún más...
observa el baile de esas hojas
con el viento y obtendrás respuestas
para tus preguntas.
Pero si tu verdugo llegado del norte,
el conquistador blanco,
el buscador de oro la tocara,
sólo encontrará en ella
veneno para su cuerpo
y locura para su mente.
Porque su corazón está tan endurecido
como su espada y su vestido de hierro.
Y cuando la COCA,
que es así como la llamarás,
intente ablandarlo,
sólo logrará romperlo
como los cristales de hielo
formados de las blandas nubes
que destruyen las rocas
y demuelen las montañas.
Antonio Díaz Villamíl
(Libre adaptación de Jorge Hurtado)
8.- CONCLUSION
Finalmente, una vez analizada la información recopilada, podemos decir que existe todo un entorno mágico ligado a la Coca y sus usos.
Los Pueblos Precolombinos la obtuvieron de una fuente divina, quién se las regaló como forma de ayudarlos a soportar los extremos rigores de su entorno, lo que se traduce finalmente en vivir. O sea para estos Pueblos la Coca es vida.
Esta afirmación nos explica mejor, por qué cuando la “Gran Potencia del Norte” decide intervenir en los cultivo de cocales en Bolivia, por ejemplo, gran parte de su población se opone y persiste en su cultivo. No es una cuestión netamente económica o que estos desconozcan los usos “ilícitos” que le pueden dar las mafias de narcotraficantes, al purificarla y extraerle el nuevo y codiciado “oro blanco”, la cocaína, dichos pueblos están plenamente conscientes. Lo que sucede es que estas gentes en su sabiduría y tradición saben también que este uso surge de la tradición oral transmitida por miles de años. Así como la Coca los ayuda, también los protege y destruye al invasor que impone sus normas a Pueblos tan o mas antiguos y que poseen los conocimientos para hacer el mejor provecho de ella.
En este sentir, no caben las manipulaciones tecnócratas, economicistas y manipuladoras, la Coca para ellos es vida y eso es lo más importante. Evo Morales, actual presidente de Bolivia, es un ejemplo de ello, proviene del mundo cocalero, aquel que no dejará morir la tradición y el conocimiento ancestral, sólo por el virtual y autoimpuesto, suicidio de jóvenes foráneos, que no saben hacer buen uso de los productos de la planta sagrada.
Debemos ahondar y profundizar el estudio de esta relación, estrecha y hermosa, entre los Pueblos Andinos y la Hoja Sagrada. Las conexiones van mas allá de un consumo pragmático, hay creencias, esperanza, viajes, tradiciones y lo que es más relevante, un protagonismo en la historia andina que les dice cual será su rol como pueblo y el papel de la Coca en el camino a recuperar el protagonismo de la historia latinoamericana, papel que nunca debieron perder.
9.- Bibliografía
Cajías, Fernado y Magdalena, La Historia de Bolivia, la Historia de la Coca Centro Italiano di Solidarieta, Roma, 1994.
Murra, Jogn, “La organización económica del Estado Inca, Siglo XXI, México, 1978.
NASA ESH´S. De los primeros cronistas españoles.
Revista El Espectador. “Así es el Plante” Modulo ¿Porqué son un problema los productos ilícitos?. Van Kessel, Juan, “La cosmovisión Aymara”
[1] Cita tomada del artículo tomado del libro La Historia de Bolivia, la Historia de la Coca, de Fernando y Magdalena Cajías, Centro Italiano di Solidarieta, Roma, 1994.
[2] Acullico: acto de masticar la coca.
[3] artículo tomado del libro La Historia de Bolivia, la Historia de la Coca, de Fernado y Magdalena Cajías, Centro Italiano di Solidarieta, Roma, 1994.
[4] Cita, realizada en clases, profesor José Bengóa.
[5] Dr. Juan Van Kessel, “La cosmovisión Aymara”
[6] Reciprocidad: dar recibir dar, concepto utilizado por Marcel Mauss.
[7] Dr. Juan Van Kessel, “La cosmovisión Aymara
[8] Dr. Juan Van Kessel, “La cosmovisión Aymara
[9] Koka Kintu: nombre que recibe la hoja de coca en los Andes.
[10] NASA ESH´S. De los primeros cronistas españoles. Pág. 1.
[11] Revista El Espectador. “Así es el Plante” Modulo ¿Porqué son un problema los productos ilícitos?. Pág. 142. Bogotá 1996.
[12] NASA ESH´S. De los primeros cronistas españoles. Pág. 5.
[13] artículo tomado del libro La Historia de Bolivia, la Historia de la Coca, de Fernado y Magdalena Cajías, Centro Italiano di Solidarieta, Roma, 1994.
[14] NASA ESH´S. De los primeros cronistas españoles.
domingo, 21 de octubre de 2007

El Sabor de la identidad
Reflexión libre: Noviembre 2005
Graciela González Corei
Universidad Arturo Prat
Iquique.
Desde los inicios el ser humano, tiene necesidades básicas, como el abrigo, protección, alimentación etc. Referente al alimento, este cumple un rol fundamental para poder sobrevivir, es por eso que desde que nacemos, la importancia de que nuestra madre nos amamante, pero como se ha dicho en muchas ocaciones, este proceso de alimentación tiene mas que un fin de sobrevivencia, hay todo un lazo afectivo, es el contacto mas directo e importante que tiene una madre con su hijo, esto implica protección, dedicación, amor, y muchos otros sentimientos del que son solo complices la madre y su hijo.
A medida que pasa el tiempo quizas esta madre ya no amamante a su hijo, pero sin duda se preocupará de este se alimente bien y pueda desarrollarse debidamente, manteniendo siempre esa dedicación a la hora de preparar la comida para esos niñs. Las Distintas formas de preparar un buen plato de comida involucra dedicación, actitud ética, cariño, alegria, amor, estados de ánimo etc. En por esto que los alimentos y su preparación va mas allá de satisfacer una necesidad básica, tiene que ver con historias de vida, con compromiso de fé, con identidad, con "Arte".
A mi entender el proceso de globalización no comenzó como tal, hace algunas décadas, coincidiendo con el desarrollo e instalación a nivel mundial de la empresas multinacionales y acentuado luego de la caída del bloque socialista. Tengo la impresión de que la globalización comenzó a gestarse, por lo menos a nivel mundial,
Para algunos la "Historia del hombre es la Historia del hambre" , tomando un hecho histórico durante y posteriormente al descubrimiento de América, por Colón el año 1492, está la aseveración que una de las razones que llevó a este marinero a emprender tal travesía fue el descubrir una ruta que llevara directamente a las especias tan deseadas (canela, orégano, etc.) por los europeos, estas especias era razón para emprender expediciones y la adopción de estas en el recetario europeo abría para ellos otro abanico de especialidades culinarias que harían de su cocina algo especial.
El descubrimiento de América no significó encontrar aquella ruta, pero significó el descubrimiento de un nuevo mundo de sensaciones, olores y sobre todo sabores. Muy prontamente estos fueron exportados al nuevo mundo, el maíz, la papa, la quinoa, el tabaco y un largo etc.
La identidad de estos pueblos, especialmente de Centro y Sud América está claramente identificada con cada uno de estos productos y su preparación, a pesar de los años de colonialismo español y las nuevas arremetidas de expansionismo, ya sea comercial o militar, estos productos y preparaciones se han mantenido a través de los siglos como elementos de unión de estos pueblos y como símbolos de cada una de sus naciones. Cada olor, sabor y textura nos sitúan y trasladan a cada pueblo que se encuentra representado en ellos: el cebiche en Perú, los mariscos en Chile, el café en Colombia, el maíz en casi toda América, el azúcar de caña de Cuba, el cacao de Venezuela.
Cada nación en el mundo tiene productos propios, pero también todas ellas se ven afectadas por las corrientes migratorias que enriquecen con nuevos ingredientes cada una de las preparaciones y aquellos que las trajeron las empapan de su identidad provocando en su nueva tierra una fusión que enriquece a su patria de adopción. El mundo árabe enriqueció con su cultura y su comida a la Iberia conquistada, los españoles sin proponérselo agregaron variedad a Latinoamérica, además de, indirectamente, provocar en sus colonias la necesidad imperiosa de mantener su identidad.
Cada alimento y su preparación involucran formas de pensar y actuar, la comida caribeña posee la sensualidad y dulzura propia de esas tierras, el alimento preparado a lo largo de las costas de la Patagonia busca reforzar en sus habitantes la fuerza para enfrentar la naturaleza y provocar el encuentro luego de las largas jornadas de frío y noche. El hombre que obtiene el alimento del mar sabe que este se lo cobrará y soportará con entereza gracias a la fortaleza que el mismo mar le entrega, o sea existe una relación de mutua dependencia que ambos saben que está presente.
Brasil con toda su espiritualidad y cadencia, hace del café, adoptado desde el oriente también espiritual y sensual, su bebida por excelencia, llevando ese fuego que experimentan al saborearlo, mezclado con el origen africano de muchos de sus habitantes, a demostrarlo con calidez y fulgor en sus bailes, ritos y tradiciones.
Los fideos nacidos en China fueron creados a partir de la necesidad de hacer de la harina de trigo una preparación diferente y contundente, hoy son universales, sin embargo en cada país adoptan salsas, agregados y sabores propios de cada nación.
La identidad y sentimiento de cada pueblo se refleja en su cocina, los malos y los buenos tiempos dejan en su recetario huellas que cuentan esa historia, la papa en Europa es uno de los mejores ejemplos, ella salvo de morir de hambre a muchos de sus habitantes y las preparaciones que se gestaron nacieron de ese sentimiento de agradecer a aquel tubérculo su generosidad.
La comida "la necesidad tocada con la imaginación" una forma de entender la vida, mostrándonos tal como somos, reflejando nuestra independencia, y adquiriendo nuestra propia identidad en esta fusión de culturas.

Hombre y entorno: En la Ruta del Norte Grande
Reflexión libre: Mayo 2003
Graciela González Corei
Universidad Arturo Prat
Iquique
Muchas veces se hace difícil dilucidar de una primera impresión quien modifica a quien. Un ejemplo palpable de ello es el desierto del Norte Grande. Si tenemos el privilegio de conocer el desierto puro y virgen, inmediatamente nos damos cuenta de la intervención de la mano del hombre, cómo a través de la explotación de sus riquezas el paisaje se va modificando. Aparecen las construcciones, las poblaciones, los asentamientos en general, que van llenando de vida humana los distintos recovecos del gran territorio seco.
Las afluentes de agua también son bisturíes que rompen la capa arenosa y transforman esa herida en el lecho de mucha vida, pastizales, oasis, animales, mucha vida comienza a crecer en torno a estos verdaderos hilos de agua.
Así como el agua y el hombre transforman al desierto, éste también esculpe al agua y al hombre, en el caso del agua le va mostrando lo que busca, su salida al gran mar a encontrarse con otra gran riqueza, llevando con ella sales y minerales, que ayudan a la vida en la orilla marina.
El hombre es esculpido por el desierto en la piel y en el alma, la gente del desierto es como él, solidaria con los que le quieren y dispuesta a la lucha cuando le agreden, al igual que el desierto en sus afrentas está en juego la vida, Santa María es sólo uno de los ejemplos. El que ha vivido en el desierto nunca lo deja, físicamente lo abandona pero su espíritu está allí, los salitreros siempre vuelven, sus muertos se quedaron para siempre.
Las riquezas que el desierto nos dio y nos sigue entregando son la sangre del Norte Grande, de él ha vivido y seguirá viviendo. Cada vez que crucemos esta gran sequedad se debe recordar que más que la muerte cuántos han encontrado vida en él.
El desierto llama, su melancolía termina impregnando cada construcción humana e invade cada respiro del que se fue.
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